Definitivamente, estas han sido unas Navidades bien diferentes... Después de mucho meditarlo y hablarlo con la familia, cada uno se quedó en su casa los días más señalados para evitar expandir el puñetero bicho... Nosotras hemos aguantado bien el tipo pero, para nuestros hijos, sabemos que ha sido muy triste el no poder compartir cenas y almuerzos con primos, tíos y abuelos. Ese "jaleillo" tan divertido que se monta cuando hay gente joven, el rumor de las diferentes conversaciones de fondo que, de repente, se aúnan, y donde todos opinan, el indispensable momento villancico... En fin, lo normal de estas ocasiones, y que es más difícil reproducir cuando solo somos cuatro en la mesa. Por muchas filigranas que hayamos hecho eligiendo el menú favorito de los hijos, regalando por Papá Noel (por nuestras casas no se estila), manteniendo la mejor disposición de ánimo para que todo saliera a la perfección.... de vez en cuando alguno suspiraba diciendo, "qué pena que no podamos estar todos juntos"... Ya solo queda el empujoncito de los Reyes Magos, y podremos dejar de hacer virguerías con nuestras emociones para mantener el animo alto en casa... Las florituras, sobre todo cuando están en juego los sentimientos, mejor dejarlas para la decoración...
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