Tenía pendiente hacer una reseña del libro de Antoni Gutiérrez-Rubi, filopolítica, y me costaba iniciarla. Relacionar filosofía y política, incluso meditación y política es un arte bastante complicado desde nuestra perspectiva occidental-mediterránea. Si algo tiene la política de nuestro entorno es su puro pragmatismo y cierta dosis de “ley de la selva”. No se valora la reflexión ni el pensamiento elaborado, sino la consigna y el codazo para avanzar. La política se mueve muchas veces por “pánico comunicativo”, reaccionando a golpe de titular y a golpe de réplica y contra-réplica.
El alpinismo como la política contiene metáforas de los miedos y ambiciones humanas. Y la filosofía tiene un papel para ayudarnos a encontrar nuestro centro y equilibrio. En la foto subiendo una de las últimas palas del Raspes Roies (2.729 m) en la Vall de Boí.
Los personajes que en política elaboran pensamientos profundos y buscan debates de cierto calado terminan relegados a un segundo término, en fundaciones de pensamiento y análisis mientras los políticos “profesionales” ganan o pierden las batallas de verdad.
Aunque esta visión es cáustica y posiblemente parcial, es la que aparentemente impera. Y en cierta manera esta visión hasta me tenía atrapado a mí mismo.
En los artículos de Antoni, se puede ver la importancia de la reflexión, de la meditación, de pararse a respirar, de poner la mente un momento en blanco y poder contemplar el conjunto y no dejarse llevar por el día a día de una forma tan aclaparadora.
Aunque pensado como unas recomendaciones para la “alta política” también sirve para los políticos amateurs que tenemos un margen de decisión mucho menor.
Este fin de semana me he dado cuenta que tenía que parar un momento y contemplar mi realidad y mi actividad política con algo más de reflexión. Suelo practicar una actividad, el alpinismo, en la que notas “cuando no estás en tu sitio” y llevo ya un par de meses que no rindo como toca. He cometido errores de bulto en orientación intentando hacer cima en el Alt de la Cubil, errores que no cometería en otras circunstancias, tengo menor tolerancia al miedo y este me paraliza más cuando me encuentro ante palas y patios, he sufrido más de la cuenta para intentar realizar unos rappeles en una escuela de escalada (bajo condiciones óptimas) y siento bloqueo ante retos que normalmente supero con facilidad. Si algo lleva diciéndome mi actividad alpinística es que mi cabeza no estaba en su sitio, que hay algo que me descentra, me deja inseguro y que me hace rendir mucho menos. Algo que tiene el alpinismo es que no puede haber trampa ni cartón.
Algo relacionado con mi “vida política” me estaba atrapando más de lo que yo quería reconocer, ya que otros ámbitos de mi vida no veo que estén peor. Considerando que mi actividad política se puede calificar como amateur, la presión a la que estoy sometido es algo superior a la que me gustaría. El día a día me no me ha permitido pararme a reflexionar, pero este fin de semana, después de “rajarme” ante una ferrata relativamente difícil tenía tiempo de reflexionar, de parar un momento y frenar la espiral de pensamientos habitual.
Recordaba la lectura que había hecho de filopolítica y de la pieza alrededor de la meditación en política (segundo artículo de la serie) y simplemente la puse en práctica. En hora y media pude aclarar mis ideas, detectar que es lo que me estaba causando los bloqueos, el porqué me sentía inseguro y las causas de ese miedo vital que me acompaña estos días.
Es curioso como parar un momento la máquina, meditar un rato, sin nada más que hacer que esperar a que el tiempo pase, en un entorno natural y relajado, y en solitario puede aclarar las cosas. Incluso me atreví a hacer un pequeño tramo de la ferrata para solventar el punto donde me bloqueé y certificar que no era por carencias técnicas sino porqué la cabeza ese día no me funcionaba.
Si algo tan sencillo como un momento de meditación y relax me ha ayudado tanto, ¿cuanto ayudaría a otros políticos que están sometidos a mayor presión?. La falta de ese momento de perspectiva y alejamiento mental de la situación en la que se vive explica una parte de los errores políticos. Estoy lo suficientemente cerca del suficiente número de políticos para darme cuenta que algunos están en “bucle”, encerrados en sus pequeños objetivos sin ver la película completa, o creyendo que su línea de acción es la correcta sin tener recursos para plantearse algo distinto.
Filopolítica me ha ayudado a tomar algunas decisiones en mi actividad política, y me ha ayudado a reflexionar sobre ciertas prácticas y actitudes que no me eran positivas. Normalmente otros libros de Antoni son más de reflexión y análisis, este tiene una aplicación directa, inmediata, es como una dosis de medicación mental. Siempre que estés dispuesto a leerlo con ganas de aplicar cambios en tu vida y en tu actividad política.
¿Y a donde he llegado con mi pequeño momento de reflexión? Sufría una disonancia cognitiva entre lo que yo pensaba que tendría que ser la política y lo que he percibido que es, y la sensación de que no se puede cambiar. Después de pararme a meditar, he podido reconocer esta disonancia cognitiva y atenderla. Creo que la política puede hacerse de formas distintas, las primarias del PSC de Barcelona fueron un ejemplo de como una “buena persona” cuando le dejan ser como él mismo es, también puede ser un buen líder. Creo también que hay formas de hacer política que ya son caducas y que responden a lógicas de poder y no de empoderamiento de la gente. Creo que podemos hacer política de forma más sincera y abierta, diciendo las cosas claras. Creo que comenzar uno mismo a asumirlo es la puerta para una mejora de la calidad de nuestra democracia y de nuestros partidos. Una puerta que he podido entrar grácias a las reflexiones contenidas en Filopolítica.