Revista Opinión

Filosofía del statu quo

Publicado el 24 febrero 2015 por Hugo
o por qué la «educación» no nos salvará
Cada vez me resulta más evidente que las facultades de Filosofía, pese a sus virtudes -¡menudo fondo de biblioteca tienen!-, tienden a ser conservadoras en sentido negativo -lo contrario de conservador, en este caso, no es necesariamente «progresista», sino revisionista, escéptico, etc.-. Todas las organizaciones lo son, a decir verdad, motivo por el cual no conviene hacerse ilusiones, al menos no en esa dirección (a la larga, la vía de la reforma es una vía muerta, un callejón sin salida, aunque a veces cure algunas heridas a la corta). Más que una filosofía crítica y creativa, lo que suelo ver en ellas es poco más que Historia de la Filosofía. Necesaria esta última, ciertamente, pero insuficiente e incluso puede que secundaria. Autojustificación y legitimación de lo establecido, para lo bueno y para lo malo, y en menor medida duda y autocrítica. Prisa por cumplir los plazos de más arriba, en lugar de calma para cuestionarlos desde más abajo. ¿Qué se enseña si no desde Bachillerato? Filosofía no, al menos no tal como la concibo yo, y no solo yo. Es decir, más que superación y diversidad, que también, repetición y pensamiento único. Más que análisis autodidactas de problemas morales y sociales concretos, exégesis, estandarización y memorización de contenidos. Más que trabajos individuales y grupos de reflexión autónomos, exámenes, apuntes impersonales y clases heterónomas. Más que aplicación, fundamentación. Más que horizontalidad, verticalidad. Más que huelguización del saber, mercantilización. Más que replanteárselo todo desde el principio, huir hacia adelante. ¿Quién consigue matrícula de honor? El que emula más que el que propone, el que busca la aprobación del profesor más que el que se moja, el que «ha aprendido la lección» más que el que ha aprendido a no dar lecciones. «Educar» a cualquier precio.
El mundo sigue, las cosas son así, obedece por esta vez, pon los pies en la tierra, primero hay que ganarse la vida y luego ya... -dicen para no tener que reconocer que la «educación» se basa en el miedo: al Poder, a los padres, a los profesores, a los jueces, a nosotros mismos, a la libertad a fin de cuentas-. Mi reino por un puesto de trabajo seguro, diríamos ahora. De acuerdo, lo entiendo, es difícil escapar del contexto histórico, pero por lo menos no llamemos a eso Filosofía, es decir, amor por la sabiduría. Todavía no se ha ganado el nombre.
Un ejemplo:
Pensemos si políticos y filósofos no deberían aprestarse a la tarea de ordenar el mundo con ideales de imparcialidad, insobornadibilidad, libertad, igualdad, por mor de ese sufrido contribuyente, que bien se merece su doloroso desembolso anual y mensual un mundo moralmente ordenado a cambio. Un mundo en que invertir en bolsa, realizar opciones políticas, elegir profesión, pareja y vivienda sin sobresaltos (...).
Adela Cortina, Ética sin moral, 1990, pág. 17.

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