Filosofía y medios de comunicación I
César Ricardo Luque Santana
La filosofía y los medios masivos de comunicación, particularmente los electrónicos como la radio y la televisión, parecerían a primera vista incompatibles. Esta noción no es del todo gratuita, aunque tampoco es del todo correcta. Ciertamente existe la idea de que dichos medios se han utilizado principalmente para enajenar y de que están regidos predominantemente por criterios mercantiles. En este sentido no habría nada más opuesto que las necesidades comerciales de los medios electrónicos de carácter privado, que como negocio que son buscan ganar dinero a través del mayor auditorio posible; y la filosofía y en general la cultura, que son poco taquilleras y persiguen propósitos distintos y opuestos a los medios comerciales. En otras palabras, mientras los medios de comunicación privados buscan generar una riqueza material para sus dueños; la filosofía y la cultura buscan el enriquecimiento espiritual de todos. Pero por otro lado, la radio y la televisión son sólo instrumentos, “medios”, que cuando son negocios privados, necesitan obviamente vender, generar ganancias, y por ello tienen que apostarle al entretenimiento de las masas, serles atractivas con programas que las distraigan, entretengan o les hagan pasar un rato de esparcimiento desde la comodidad de sus hogares, sin exigirles a cambio ningún esfuerzo intelectual, pero sin proporcionarles tampoco un crecimiento en ese sentido. Ciertamente, ha sido tal la mediocridad de los contenidos de dichos medios, especialmente de la televisión, que se ganó el calificativo despectivo de los intelectuales como “la caja idiota”.
Así entonces, bajo las premisas comerciales que las mueven y guían, la radio y la televisión privadas lógicamente han cargado su programación hacia cuestiones frívolas que rayan en la estulticia generando enajenación y pasividad; reforzando al mismo tiempo el analfabetismo funcional de la población. E incluso, sus programas relativos a las noticias y a la opinión o análisis político, están muy sesgados hacia grupos y personajes afines a sus intereses, ejerciendo descaradamente una manipulación del público y actuando como poderes fácticos. Los espacios para una programación cultural o inteligente en estos medios son escasos, y desde luego están confinados a horarios poco favorables.
No obstante, hay alternativas de medios electrónicos públicos que al no estar condicionados por criterios comerciales, pueden dar los espacios a la cultura que en los medios de comunicación privados son restringidos o inexistentes. Tenemos como ejemplo de ello en México, el Canal 22 y el Canal 11 del IPN, aunque la señal abierta del primero se limita a la zona metropolitana del valle de México de manera que en otras latitudes sólo puede ser captado en televisión de paga, mientras que en el segundo, su señal llega a casi todo el país (excepto los estados del norte). Hay asimismo otras opciones de TV y de radiodifusoras no comerciales, incluidas las radios comunitarias que han sido constantemente agredidas por los gobiernos panistas. De las radios culturales destacan Radio Educación y Radio UNAM, pero el problema es que en entidades como la nuestra (Nayarit) es difícil captar su señal en forma convencional. El Internet por su parte, es un espacio que permite acceder a este tipo de radiodifusoras e incluso a algunos canales de TV de diversos lugares del mundo, aunque a veces resulta complicado lograr captar la señal en tiempo real. Sin embargo, como compensación proporciona una gran cantidad de videos que puede uno bajarlos y verlos con calma. La limitación más evidente es que pocas personas tienen acceso al Internet. Por su parte, La TV de paga (por cable o satélite) está más al alcance de las personas que el Internet y hay desde luego mejores opciones a los canales comerciales de señal abierta, gracias a los canales de divulgación científica en todas sus modalidades, como el Discovery Channel y otros. Persiste el problema sin embargo de que los malos gustos que infundió la TV comercial durante décadas siguen predominando. No es raro que alguien tenga señal de cable o vía satélite, y sin embargo vea películas de charros valentones y briagos, de ficheras, telenovelas bobas con tramas inverosímiles o programas del mundo de la farándula completamente banales, etc., que son todos un atentado a la inteligencia.
Volviendo rápidamente a los medios electrónicos públicos, algunos de ellos, sobretodo los que están auspiciados por los gobiernos estatales, suelen caer en usos facciosos y patrimonialistas sirviendo de medios de propaganda para gobiernos demagógicos y para promover el culto a la personalidad del gobernante en turno. Es decir, son medios gubernamentales pero no de Estado, porque la única parte pública que tienen está referida al subsidio, pero sus contenidos no sólo están orientados a cantar loas al gobierno, sino que están aún por debajo de los mismos medios privados. Un problema adicional es la poca audiencia que suelen tener los medios electrónicos públicos, ya sea porque se reducen a instancias de propaganda gubernamental, o porque hay una predisposición negativa o actitud reactiva que muchas personas (incluso con escolaridad universitaria) hacia los programas culturales, de documentales científicos, etc., y también por la acostumbrada actitud de no hacer promociones eficaces. Hay que añadir que este problema de la mala o nula promoción no es exclusivo de los espacios de radios o TV culturales, sino también de de otras manifestaciones artísticas y culturales como el teatro, los recitales de poesía, las conferencias, etc., que registran habitualmente poco público. Por ello, una política pública de primer orden en materia de cultura, es la necesidad de crear públicos promoviendo la lectura e incentivando el gusto por las artes y las ciencias, principalmente entre los niños y jóvenes. Recuerdo al respecto una plática que dio en Tepic el maestro Alejandro Aura, en ese entonces encargado de cultura del gobierno de la Ciudad de México cuando Cuauhtemoc Cárdenas era el jefe de gobierno. Decía que en una ocasión estando en Londres, quiso ir a ver una obra de teatro de Shakespeare pero le dijeron que los boletos se agotan con meses de anticipación. “La siguiente ocasión que fui –decía Aura-, me previne comprando mi boleto con antelación. Ya en el teatro, me sorprendí al ver que los espectadores murmuraban los parlamentos que decían los actores. Me dijeron que ya conocían las obras las cuales habían aprendido en la escuela básica y que a pesar de eso iban a verlas repetidas veces para juzgar el trabajo de la compañía de teatro en turno.”
En la siguiente entrega se aludirá al ejercicio filosófico a través de los medios masivos de comunicación, principalmente los electrónicos, lo cual ha empezado a tener un auge y aceptación de un público heterogéneo en diversos países iberoamericanos donde se ha hecho o se está haciendo filosofía por televisión y/o radio, de lo cual nos hemos venido a enterar gracias al Internet que ha difundido de manera “extemporánea”, pero a la vez “perenne”, los programas de filosofía por televisión más recientes.