El domingo fue un buen día; y lo pasamos realmente genial. Volvimos a salir en bicicleta, con nuestros amigos G. y A. y su peque, J. Bajamos hasta la playa, y con el día que hacía, los niños pudieron estar jugando en la arena, mientras nosotros nos tomábamos algo fresquito en el chiringuito y charlábamos tranquilamente.
Chiringuito de playa
Estuvimos prácticamente un par de horitas: los peques comieron patatas de bolsa, jugaron, e incluso se acercaron a la orilla, a remojarse los pies.
Nos apetecía salir y desquitarnos del mal día que pasamos el sábado, con tanta lluvia, y la verdad es que me gustó poder pasar la mañana en la playa para que los niños jugaran y camparan a sus anchas. A mi amiga G. también le gusta mucho bajar a la playa con su hijo J.; los tres se lo pasaron genial corriendo, gritando, haciendo castillos de arena, revolcándose… También tuvimos un momento muy divertido, bailando la música que sonaba en el chiringuito; creo que mi hija E. va para gogó, definitivamente.
Día de playa
Después de gandulear en la playa, cogimos las bicicletas para volver al centro, a casa de G. y A., donde comimos todos juntos. Primero les pusimos la comida a los peques, que, entre subir y preparar la comida, se sentaban a la mesa casi a las tres de la tarde; y después de comer, mi hija E. y J. durmieron un poquito. Mi hija À. ya no suele hacer siesta, a no ser que esté realmente agotada, y no lo estaba (en contra de lo que yo creí, porque en la playa no paró ni un momento). Nosotros nos sentábamos a comer a las cuatro de la tarde.
Tras la sobremesa, descansamos un poquito antes de coger las bicicletas para volver para casa; sobre las seis y poco de la tarde. Fuimos hacia la rambla paseando, y decidimos hacer una paradita en nuestra heladería preferida, para tomar un helado antes de volver a casa.
Las niñas se comieron su cucurucho en un periquete; y nosotros nos pedimos estos helados. Que conste que la foto no les hace justicia:
- Helado artesano
Y después del helado, sólo quedó la vuelta a casa, después de un día divertido, que me sirvió para recargar pilas, y enfrentar la semana con fuerzas renovadas.