Dependiendo del alojamiento elegido habrá que ver por donde comenzar a recorrer Lisboa, en estas líneas presentamos algunos de los imperdibles de esta ciudad edificada sobre siete colinas, lo cual le brinda notables características.
Plaza del Rossio
En esta amplia plaza de adoquines que forman el dibujo de las olas de mar. Aquí encontrarás la estación de tren modernista y el Teatro Nacional, dos edificios que merece la pena descubrir con cámara de foto en mano, y desde aquí, caminando o en los típicos tranvías avanzar hasta el Arco del Triunfo y las hermosas vistas al estuario del Tajo.
Plaza del Comercio
Cambiará de acuerdo la hora del día en la que se la visite, pero si hay que elegir sin duda el atardecer será el mejor momento para visitarla. En esta misma plaza puedes subir al mirador del Arco de la Rua Augusta
La Baixa
Es el barrio bajo, situado entre Alfama y Chiado, que ocupan sendas colinas. Los elevadores son la forma perfecta de llegar desde la Baixa al Barrio Alto o a Chiado. El más famoso de ellos es el de Santa Justa, el único vertical de la ciudad. Sin duda una de las cosas que hacer en Lisboa.
Los lisboetas se pasan el día subiendo y bajando rampas, ascensores y utilizando los tranvías para sortear las distintas alturas que presenta la ciudad por estar edificada entre colinas.
El Barrio Alto es una de las partes de Lisboa con más opulencia histórica, es un lugar fantástico para pasear; su antiguo ambiente romántico es uno de los tesoros de la ciudad.
Alfama y la Catedral Sé
La famosa Catedral Santa Maria Maior de Lisboa o Sé de Lisboa famosa por ser fotografiada casi siempre con un tranvía delante y a la que se seube por entre numerosas callejuelas y casas de azulejos. Un poco más arriba se encuentra el Mirador de Santa Lucía, ideal para sentarse a tomar el sol, leer y sobre todo disfrutar de las vistas. Este es un barrio para dejarse llevar y perderse.
Torre de Belém
Sin duda el símbolo de la ciudad, no hay visitante que quiera irse sin su foto allí, poco recomendable ir en las horas centrales del día, al atardecer es cuándo mejor se deja fotografiar.
Fue construida a principios del siglo XVI a orillas del Río Tajo -en la antigua Playa de Restelo- para vigilar la entrada a la ciudad, despedir a las carabelas que en su momento partían en apoteósicas expediciones y también para recibir a los viajeros y comerciantes del mundo.
Monasterio de los Jerónimos
Está catalogado como Patrimonio de la Humanidad y es otra de las visitas obligadas en Lisboa. Se puede visitar la iglesia y el claustro donde se encuentran los restos mortales del famoso explorador portugués.
Los pasteles de Belém son una delicia lisboeta. Su origen se remonta al siglo XIX. Comenzaron a hacerse con una receta secreta en un local de Belém. Hoy se pueden encontrar por toda la ciudad.
Monumento a los descubridores
Esculturas que superan los 50 metros de altura. Se puede acceder a una exposición en su interior y luego subir a la azotea donde se divisa el Tajo y el Puente 25 de abril.
Andando en dirección a Lisboa por la Rúa de Belem se puede llegar hasta el puente del 25 de Diciembre. Ese camino permite pasar por las cocheras de los tranvías.
Si a todo esto se le suma la amabilidad de los portugueses y la excepcional gastronomía del país, seguramente será un fin de semana completo, si la opción de planificar en tan poco tiempo todo el recorrido agobia, otra opción para aprovechar al máximo puede ser un paquete armado, opciones como la de Tu Billete permiten obtener los mejores precios e incluyen hoteles, vuelos, traslados o excursiones por separado con el viaje armado.
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