Corregir es aburrido. Tremendamente aburrido, es la parte que más odio de la docencia, por mucho que algunos compañeros me hablen maravillas del punto sádico que se puede conseguir durante el proceso de corrección. Y, sobre todo, deja poco tiempo para la lectura, pero algo deja, así que os hago rápida recapitulación de algunos tebeos que no deben caer en el olvido:
- Él fue malo con ella (He done her wrong), de Milt Gross es uno de esos tebeos que merecen no un reseña, sino una tesis doctoral completa. Como bien comentaba Santiago García, posiblemente la primera novela gráfica de la historia, el primer cómic consciente de usar la historieta desde la completa libertad autoral, conectando las experiencias pictórico-narrativas de Masereel, Nuckel o Ward con la tradición estilística y narrativa del cómic de prensa en una obra profundamente moderna. La exquisita edición de Caldas es una ocasión inmejorable para hacerse con esta obra. Volveré a hablar de esta genialidad.
- Paolo Pinocchio, una divertidísima reescritura del mito de Collodi que toma del original ese catálogo de perversiones sociales para ponerlo al día y transformarlo en una cruel y ácida revisión de esta sociedad mass-media que nos envuelve. SI Little Nemo se despertaba al final de cada aventura, Paolo Pinocchio comiena cada historieta intentando escapar de un infierno que recuerda gráficamente a Sfar y Trondheim, pero suelta mala baba a raudales en cada paso. Referencias a los mitos mediáticos, a la política, a la mitología y la religión mezcladas con el único afán de ser lo más corrosivo posible. Muy recomendable (2+)
- Billy Bat, de Naoki Urasawa, comienza con ese arranque apasionante y adictivo al que ya nos tiene acostumbrados este autor. A medio camino entre la estructura repetitiva de las novelas de King y de la genialidad hipnótica de Hitchcock, el nipón transforma un tebeo de espías de esos que se publicaban tradicionalmente en la Golden en una trama de misterio apasionante. Sabemos que la cagará al final, pero el camino con este hombre suele ser una montaña rusa de sensaciones tan, tan adictiva, que vale la pena. Me estoy comiendo ya las uñas esperando el segundo.
- Los hombres lobo de Montpellier, de Jason, es un nuevo ejemplo de la atípica capacidad de este hombre para hacer cócteles imposibles de lo inmiscible. Y mira que se había atrevido al pastiche más inverosímil, pero reconozco que mezclar una historia de hombres lobos americanos en París con Truman Capote me parecía, a priori, tan delirante como irrealizable. Vamos, que el noruego había encontrado definitivamente la horma de su zapato. Pero nada más lejos de la realidad: el resultado es, como siempre. sorprendentemente novedoso. Pese a que Jason vuelve una y otra vez sobre la misma estructura argumental, cada obra se articula desde una elección narrativa completamente distinta, transformado esta vez la historia de Desayuno con diamantes en una especie de reflexión bergmaniana sobre el amor con toques de fantasía imposible, con una puesta en escena de los silencios extraordinaria. Otro más a la saca de los obligados. (2+)
-La vida con Mr. Dangerous, del impronunciable Paul Hornschemeier reúne a la perfección todas las virtudes y vicios de este autor. Por un lado una innegable capacidad para trasladar al lector historias profundamente melancólicas pese a su estilo frío y distante. Por otro, una reiterada costumbre de caer en el diálogo excesivo y artificioso que rompe en muchos momentos el buen ritmo de la historia. Dos extremos que, en afortunadamente se equilibran en la balanza para producir obras de discreto encanto que, sin emocionar, dan espacio a la reflexión. Y la obra publicada por Astiberri es un buen ejemplo, un interesante planteamiento sobre la génesis de la soledad y el aislamiento social, sobre el cascarón que el ser humano se crea para alejarse de los suyos, pero que en algunos momentos se torna ajeno. Aun así, una lectura estimulante. (1+)
Y, mientras, en la mesa, me esperan cuatro delicatesen: el If’n Oof de Brian Chippendale, el mejor discípulo de Gary Panther, el Congress of Animals del inconmensurable Jim Woodring (reconozco que es uno de esos pocos autores que me fascinan), la fantabulosa edición del Mickey Mouse de Floyd Gottfredson de Fantagraphics y la edición anotada por Dennis Kitchen de esa joya que es la saga de los Shmoos de Li’l Abner que se ha marcado Dark Horse. Me espera un gran fin de semana… :)