Publicado en ValenciaObreta.es
Con la seguridad de que iremos a nuevas elecciones, es momento de dar un repaso al proceso negociador que hemos vivido estos últimos meses. Antes que nada, quiero repetir una vez más que el mero hecho de que no haya gobierno, no afecta en ninguna medida al común de los mortales, como ha quedado patente. Medio año desgobernados y nuestro día a día no ha cambiado demasiado. La primera conclusión sería pues que una vez establecidas las reglas del juego no es necesario ir cambiándolas cada poco tiempo. Es un coste contraproducente. Seguiremos desgobernados, atentos al teatrillo de lo absurdo del tetrapartidismo, una temporada más.
Si la política es el arte de lo posible, o de lo imposible quizá, en España ha quedado patente que de arte tiene nada y de amalgama de politicuchos advenedizos, silloneros y maleducados mucho. El cambalache como divisa. El insulto a la inteligencia como modus operandi. La negligencia de sus forofos como coartada que todo lo justifica. La gente habla por ellos. Y los individuos debemos callar.
De lo que venga el día que tenga que venir, y dependiendo de lo que deparen las urnas, saldrá un gobierno débil, da lo mismo el color que tenga, lleno de Caínes fratricidas dispuestos a llevarse por delante al Abel de turno. No son capaces de negociar nada que no sea su cuota de la tarta. Cuántos puestos les tocan en la institución que en ese momento esté sobre la mesa. La esperanza de cualquier liberal, de cualquier libertario, pasa ahora por dejar que se maten políticamente entre ellos, y buscar en próximos comicios el protagonismo que merece la Libertad en nuestras vidas, que no es otro que el de que cada uno lidere su propia existencia. Las reformas estructurales que nos lleven a disolver lenta pero decididamente el Bienestar del Estado no llegarán de la mano de aquellos que lo necesitan para su propia subsistencia. Y no solo eso; el Estado es lo que da sentido a sus grises actuaciones mundanas. No van a acabar con él.
Dejaremos atrás el suplicio de las negociaciones, vendrán la tortura de la campaña, y con un poco de suerte todo cambiará para que todo siga igual. Llegaremos a echar de menos el bipartidismo, confortable y canalla. Pasaremos por el próximo gobierno de izquierdas, esperando quedar vacunados como si de un sarampión se tratara. Esperemos además que todo sirva para algo. Como he dicho, salga lo que salga, será un gobierno débil, probablemente. Y aquí seguiremos los libertarios de turno, cual Pepito Grillo, ofreciendo algo distinto. Y si el gobierno es fuerte y poderoso. Aquí seguiremos los libertarios de turno, cual Pepito Grillo, ofreciendo algo distinto.
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