Terminado el almuerzo y un poco más secos después de la lluvia, seguimos recorriendo la ciudad. Visitados algunos de los lugares más importantes hacia el sur del Almirantazgo y la Fortaleza, nos quedaba ir hacia el noroeste. Asique tomamos la costera Dvortsovaya naberezhnaya (algo como Palacio Embankment) que luego cambia de nombre a Kutuzova naberezhnaya (Terraplén de Kutuzov). Mable Palace o Palacio de Mármol, primer punto que visitamos, es una enorme residencia que debe su nombre a su decoración, se utilizaron más de 32 tonos distintos de esta piedra. Construido por y para el favorito de la emperatriz Catalina la Grande, Grigori Orlov, el palacio es un excelente ejemplo del mejor neoclasicismo ruso. En el jardín frente al Palacio, se destaca la estatua ecuestre del zar Alejandro III. Un par de metro más adelante del Palacio se encuentra la Plaza de Kutuzov y la estatua conmemorativa a este militar petersburgués que luchó en la guerra contra el ejército napoléonico. Más adelante, encontramos el Palacio de Verano de Pedro el Grande, rodeado de un enorme jardín dividido en sectores por arbustivas paredes. Cada división estaba decorada con una fuente en el centro y floridas glorietas en sus esquinas. A pesar de los molinetes en la entrada, no hay que sacar tickets. Doblando por la Shpalernaya ulitsa (¿calle de los tapices?), pudimos ver el imponente edificio que nada tenía que ver con el clasicismo ruso de la mayoría de San Peterburgo, el Cuartel General del Servicio de Seguridad Federal (antigua KGB). Solo por el mapa pudimos darnos cuenta que estábamos frente al Centro de Exposición de Flores y al Palacio de Tavrischeskiy siguiendo por la calle de los tapices. Por fuera, los edificios no salen de lo común.
Catedral Smolnyy
Plaza de las artes - atardecer en el Neva
Tomamos un atajo por la Preobrazhenskaya Ploshchad (Plaza de la Transfiguración) para visitar la Catedral del mismo nombre. Como todas las iglesias de culto petersburguesas, no se cobra entrada. Siguiendo por la calle Pestelya, cruzamos el canal Fontanka por el puente Panteleymonovskiy, nombre dado en honor a la Iglesia de San Panteleymont que está en una de sus orillas. Giramos por la Sadovaya ulitsa (Calle del Jardín) y arribamos a la Ploshchad Iskusstv (Plaza de las artes) donde elegimos una sombra para descansar frente a tres de los más importantes edificios de la ciudad. De estilo neoclásico ruso se erigen Teatro Mikhaylovskiy, el Museo Ruso y el Museo etnográfico Ruso. La plaza tiene en el centro una estatua del famoso poeta y escritor ruso Aleksandr Pushkin (por todos lados hay calles, edificios, monumentos, etc. dedicados a él ). Después de estirar las piernas un rato, nos acordamos que en la costanera del Neva había “bajadas” al río perfectas para ver el atardecer y hacia allá fuimos. Desde nuestro lugar, pudimos ver pasar muchísimos barquitos cargados de turistas disfrutando de la mejoría del clima y sacar algunas de las mejores fotos, que solo son posibles gracias a la inmejorable luz del atardecer.
Horas finales en San Petersburgo
Cerca de las 8.30pm fuimos a cenar al mismo lugar de comida rusa del mediodía. Otra pizza para mi acompañante, ensalada y pan relleno para mí (que entendí mal y terminó siendo de cebolla). De paso para la estación de tren, buscamos el equipaje dejado en guarda en el hotel a la mañana. En nuestra última caminata por la avenida Nevskiy no pude dejar de pensar en lo indispensable que es pasar por San Petersburgo si estás en Rusia. Pensada por hombre y mujeres inquebrantables ante el hostil clima nórdico, con importantísimos aportes de arquitectos, constructores y artesanos españoles, italianos, alemanes, franceses, entre otros; la ciudad de Pedro y su hija Catalina, nada tiene que envidiar a una capitalina urbe europea.