A-cero presenta uno de sus proyectos más rurales: la reforma y ampliación de un conjunto constituido por unas cuadras para ganado vacuno, cobertizos, almacenes y cocheras de aparejos labriegos.
La vivienda se ubica en una finca de casi 351 hectáreas a las afueras de Ávila. Está conformada por importantes extensiones de prados en la zona sur, mientras que el resto presenta una importante masa arbórea de especies varias como castaños, robles, pinos, etcétera. Su fauna está constituida en la mayor parte por jabalíes, ciervos, corzos y otras especies. Este es precisamente, uno de los motivos por los que el cliente quiso que la caza se convirtiera en parte fundamental del programa de la vivienda.
Con tal riqueza y variedad de flora y fauna en la misma parcela donde se sitúa la casa, se convirtió en exigencia o casi necesidad que desde todos los puntos de la edificación se pudiera acceder al exterior con facilidad. Por ello, la construcción se desarrolla en una sola planta, para facilitar la conexión entre el interior y el exterior y sacar mayor partido de la vida en el campo y la naturaleza.
La edificación se dispone en forma de U alrededor del gran patio de acceso. Se sitúan en el ala principal –en la base de la U– las zonas sociales (salón para grandes reuniones y televisión, cuarto de juegos, comedor, etcétera) así como las habitaciones de los niños.
Las zonas de servicio (cocinas, bodega, lavandería, dormitorios del servicio) se sitúan en el ala este; mientras que en el ala oeste están el dormitorio principal y el de invitados.
De este volumen cabe destacar la conformación de sus extremos a modo de alargamiento de la cubierta a ambos laterales del cuerpo. Voladizos espectaculares, que coqueteando con los límites de las leyes de la gravedad, crean un espacio único y excepcional enmarcado en el paisaje.
A este programa hay que sumarle dos pabellones semi-independientes que flanquean el acceso al patio principal, y que albergan una vivienda para invitados y otra para los guardas.
La rehabilitación mas acusada se produce en la redistribución del interior de las dos naves con dormitorios, pues interiormente siguen unos acabados de alto nivel, respetando, eso si, una continuidad rústica que engloba todo el proyecto como es la conservación de las vigas de madera o la piedra original que se pudo rescatar a la vista dentro de la vivienda. Exteriormente la vivienda, es tratada de tal forma que se limpian las piedras que conforman los muros, las tejas de las cubiertas los patios y calles de acceso dotadas de laminados de madera y piedra.
Cabe hablar de una arquitectura delicadamente situada sobre el terreno y resuelta ateniéndose a unos criterios de aceptación cultural y empleo de materiales autóctonos, con un cuidado estudio de la luz y una evidente preocupación por preservar, mediante la reinterpretación, el lenguaje constructivo de la zona. La madera también se introduce en el interior de forma excepcional a modo de mobiliario de cocina, escaleras y estanterías.
Al final del jardín al que se abre la fachada principal, en un nivel inferior, se ubican las cuadras, cuidadas hasta el detalle, como si de un volumen más de la propia casa se tratara y los caballos fueran invitados de excepción. Las ranuras verticales permiten durante todo el día la entrada controlada de luz a las cuadras. A cada lado del edificio, dos grandes portalones dan acceso a las mismas. Frente a las cuadras se localiza la hípica.
Una obra que muestra una adaptación ejemplar al lugar, fruto de una investigación continua y paciente y una lenta aproximación al dibujo, conforme a los objetivos propios de cada trabajo.
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