Revista Sociedad
Sin duda todos esperamos el fin de semana porque todos creemos que descansaremos de nuestros empleos, frios y sin futuro. O de la escuela, un lugar donde solo te preparas para llegar al desempleo. Pero para escapar de esa horrible monotonía existen los fines de semana, para relajarnos y meditar, o al menos eso es en teoría.
En realidad te la pasas de parranda y borrachera toda la noche para amanecer todo podrido y en un lugar muy diferente de donde fue la fiesta en cuestión, esto es en el mejor de los casos, en el peor de ellos te la pasas ayudando en lo "quehaceres" de la casa, ayudando a cocinar o a limpiar, acomodar y/o limpiar. Pero si eres casado (o casada) es peor todavía, toca soportar la visita de los suegros y sin oportunidad de huir a ver el futbol o con los amigos de parranda. Además de que fungir de anfitrión de tan bellas e insoportables personas cansa físicamente, y sobre todo mentalmente.
Al fin, después de este infierno, llega la noche de sábado para descansar para el domingo. Pasarla viendo el fútbol... ¡pero mentira! no existe, pues los vecinos traen tremenda fiesta y musicón que despierta a toda la cuadra. Y ya llega el ansiado domingo en donde te la pasarás en el sillón acompañado de los bellos partidos de tu deporte favorito. ¡Mentira! llegan los mentados paseos familiares en donde a tus padres, suegros, esposa/o, o hijos se les ocurre ir a dar un paseo a los rincones más alejados de tu adorado televisor. Con la maravillosa idea que tiene alguien de ir a caminar en familia, en donde terminas con un dolor de piernas insoportable prefiriendo la amputación voluntaria de ellas mirando con tentación el cuchillo de plástico desechable que llevas para el almuerzo como salida a tal martirio, pero ya al final llega tu ansiado descanso en la noche, la última de tu fin de semana, y no duermes pensando en la pesadilla que te espera al día siguiente en el trabajo.
En realidad te la pasas de parranda y borrachera toda la noche para amanecer todo podrido y en un lugar muy diferente de donde fue la fiesta en cuestión, esto es en el mejor de los casos, en el peor de ellos te la pasas ayudando en lo "quehaceres" de la casa, ayudando a cocinar o a limpiar, acomodar y/o limpiar. Pero si eres casado (o casada) es peor todavía, toca soportar la visita de los suegros y sin oportunidad de huir a ver el futbol o con los amigos de parranda. Además de que fungir de anfitrión de tan bellas e insoportables personas cansa físicamente, y sobre todo mentalmente.
Al fin, después de este infierno, llega la noche de sábado para descansar para el domingo. Pasarla viendo el fútbol... ¡pero mentira! no existe, pues los vecinos traen tremenda fiesta y musicón que despierta a toda la cuadra. Y ya llega el ansiado domingo en donde te la pasarás en el sillón acompañado de los bellos partidos de tu deporte favorito. ¡Mentira! llegan los mentados paseos familiares en donde a tus padres, suegros, esposa/o, o hijos se les ocurre ir a dar un paseo a los rincones más alejados de tu adorado televisor. Con la maravillosa idea que tiene alguien de ir a caminar en familia, en donde terminas con un dolor de piernas insoportable prefiriendo la amputación voluntaria de ellas mirando con tentación el cuchillo de plástico desechable que llevas para el almuerzo como salida a tal martirio, pero ya al final llega tu ansiado descanso en la noche, la última de tu fin de semana, y no duermes pensando en la pesadilla que te espera al día siguiente en el trabajo.