El rey habló para alentar a los españoles constitucionalistas y leales, al mismo tiempo que advertía a los independentistas que España luchara por mantener la unidad y la legalidad vigente. —
En su discurso de anoche, televisado a todo el país, el rey Felipe VI proporcionó a los españoles y catalanes no independentistas lo que necesitaban y esperaban: firmeza en la defensa de las leyes, voluntad de luchar contra la sedición y confianza en el futuro de España.
Podría decirse que el rey dio permiso al gobierno para que utilice los mecanismos de defensa que contempla la Constitución ante la deslealtad y la sedición de los independentistas, a los que descalificó con inusitada dureza.
Con la intervención del rey se cierra una etapa del conflicto, la de las amenazas y enfrentamientos parciales, para entrar ya en la de las soluciones definitivas o las medidas de fuerza.
Tras el discurso real sólo quedan dos opciones: o se negocia, pero dentro de la legalidad, o se produce el enfrentamiento definitivo, unos por la independencia y otros por la unidad y la defensa de las leyes.
Si alguien dudaba de que el Estado se defenderá, tras las palabras del rey toda rendición de España frente al desafío catalán queda descartada.
Francisco Rubiales
