First dates es un nuevo programa de Cuatro.
Creo que es un acierto. Ha logrado que ponga los cuernos a Wyoming. Me satura tanta política y este espacio de humor (porque es de humor más que de amor) logra que desconecte por una hora de los casos de corrupción, de Venezuela, de Marhuenda e Inda, de los postureos electorales, de los pactos y de los demás intentos de manipulación de mentes a los que nos someten todos los días desde todas las trincheras.
Es un programa amable, bien hecho, con buen ritmo y con buen casting, tanto de los intervinientes por parte del programa como por los que van, presuntamente, a conocer el amor.
La idea es que parezca que la gente va a conocer a su media naranja. Sabemos que no es así, por lo menos no en todos los casos, puede que algunos sí.
Hay otros que creen que van a Mujeres y hombres y viceversa.
Es una buena muestra, bien seleccionada, de los estereotipos de personas que hay en este país. Han pasado seres humanos de todas las razas, edades y condiciones sexuales. Eso es un punto a favor: el que no haya prejuicios (como en el fútbol, por ejemplo), el que no haya tabúes da credibilidad al formato, aunque todos sabemos que es televisión. Esa es una característica primordial de este espacio, su credibilidad.
Dentro de la selección de pretendientes hay que aplaudir el tino para que empasten. La verdad es que no es un tema sencillo y lo logran en un porcentaje muy elevado de las ocasiones.
Otro acierto es el elenco de actores o miembros del equipo. Capitaneados por Carlos Sobera como maître, chafardero a veces, discreto en otras, cómplice, cachondo y que en algunas ocasiones hace sencillas reflexiones sobre el amor al más puro estilo Jodorowsky o Coelho. Consejero del amor que recibe a los aspirantes con su toque particular. Lo borda.
El barman es un argentino rubio con coleta que hace honor a la fama que los de esa zona tienen. Con verbo, guapo, lingoncete y con un toque de psicólogo.
Las camareras son guapas unas y divertidas otras. Unas gemelas saladas, la hija de Elsa Anka, y otra preciosidad morenaza componen la matriz de esta sección.
Tanto el barman como las camareras tienen la pega de que son demasiado guapos y eso puede provocar que los que acuden al local comparen y se frustren.
Hay cosas del programa que son, para mí, pequeños fallos que tienen que subsanar.
He dicho que un punto fuerte es la credibilidad, así que cuando llevan a famosos como pretendientes o como atrezzo esta virtud pierde fuerza. Si llevan a gente de Gran Hermano o del programa de vigoréxicos iletrados del mediodía de Telecinco hacen creer que TODOS son actores. Y aunque lo sean, la idea es que no lo parezcan.
Es tanta la imagen de realidad que quieren dar que les hacen, presuntamente, pagar la cuenta. Eso da mucha información también, añado. Demuestra como no se ha evolucionado en algunos aspectos.
Otra cosa que me parece sobreactuada es cuando alguno se pone a cantar y a bailar en medio de la cena. La verdad, nunca me ha pasado, y si me pasa me molestaría bastante. Es como cuando esos concursantes de Ahora caigo tienen que parecer superdivertidos contando chistes; cansan, aburren y dan grima.
Recalco que el casting está bien hecho. Los intervinientes como pretendientes tienden a la normalidad y eso gusta.
Hay otros momentos interesantes como el del foto-matón, pero especialmente la decisión final (cuando dicen si se quieren volver a ver o no). También los comentarios finales del programa donde dicen que pasó (hipotéticamente) con esa gente transcurrido un tiempo. Todo en clave de humor y bien hilado. Por poner una pega diría que a veces es algo blanco y previsible, pero efectivo.
Creo que es un formato que tendrá una larga vida ya que tiene una duración corta (una hora), es divertido, se pasa rápido y está maravillosamente producido y post producido.
Recomendable.