La única comida inglesa apetecible, junto con el roast beef, es el fish and chips, pescado blanco rebozado en mantequilla y pasta de cerveza, harinas de maíz y trigo, y frito en aceite. Encamado sobre patatas fritas, se sazona ligeramente con vinagre de malta.
El mejor fish and chips de Inglaterra se prepara en Leeds, ciudad interior, a 325 kilómetros al norte de Londres. Allí reside la Asociación Nacional de Freidores.
Se ama Inglaterra aunque solo sea por sus buenos fish and chips. Los padres de uno de los islamistas que pusieron las bombas en Londres tenían una aceptable freiduría, South Leeds Fisheries, cerca de la histórica Leeds University.
Inmigrantes de Paquistán, eran simpáticos con estudiantes y profesores, sus clientes, y habían prosperado hasta poseer casa y coches lujosos. El joven amable que a veces atendía se llamaba Shehzad Tanweers. Mató a decenas de personas cuando se voló en el metro londinense.
Para el cronista los mejores fish and chips de Leeds son los de Graveley, 12-14 George Street, en un ala exterior del Kirkgate Market. Allí suele haber colas y huele a mantequilla fresca. Pescado crujiente y patatas suaves y blandas. Está a dos pasos del Zara o del Harvey Nichols de Briggate, la principal calle comercial de esa ciudad de 700.000 habitantes. La cerveza, siempre poco fresca, debe comprarse en una licorería.
El islam radical que nadie detectaba en la freiduría de los Tanweers es visible en las tiendas de la ciudad, donde abundan las dependientas embozadas en ropas y velos negros que solo dejan abierto un espacio para los ojos.
Ningún empresario británico les negaría el trabajo: la poderosa colonia musulmana lo acusaría de islamofobia y perdería esa clientela cada vez más consciente de su poder intimidatorio.