Hay muchos cortometrajes en los que el formato es el mensaje. Me explico. No tienen que contar una historia para que te atrapen y estés unos pocos minutos disfrutando de ellos, lo importante es el cómo y no el qué. Es cierto que si son demasiado largos ponen en juego esa capacidad de retención.
Lo de hoy es una especie de experimento más que un corto. Jasper Elings ha buscado algunas de las famosas fotos contra el espejo que se hace mucha gente y las ha montado. Así, rápidamente, casi como si fueran tal cual han caído, pero no. En seguida te das cuenta de que hay un patrón muy sencillo pero que le ha llevado tiempo conseguir. Y luego se convierte en una especie de travesura.
Me ha hecho pensar sobre el tipo de mundo que estamos haciendo a través de nuestro ordenador y de las redes sociales. Nuestro pudor cambia de lugar y compartimos más o menos públicamente momentos íntimos de nuestras vidas. Entre todos vamos llevando la línea roja de la intimidad hacia nuevas zonas. Alguien que no conocemos consume ese contenido sin extrañarse y no sólo eso, sino que hasta hace una pequeña película. Cosa que antes sólo se conseguía con cámaras caras, aunque amateurs, película, equipos adecuados, horas y unos canales de difusión tan encorsetados como el antiguo mundo de la música.
Bienvenidos al siglo XXI del audiovisual. Esto es lo que somos: gente mucho más divertida
