
Hay hechos sorprendentes para un habitante del sur de Europa. En Dinamarca se va a aprobar un impuesto, con el apoyo del sector afectado, para que las vacas, cerdos y ovejas paguen por la flatulencias que generan. Estos animales emiten considerables cantidades de metano, que contribuye a la generación de gases de invernadero, ocasionando un aumento de la temperatura del planeta. La medida del gobierno socialdemócrata se espera que sea aprobada por el parlamento escandinavo, con el fin de que entre en vigor en el año 2030. Para esa fecha sus 1,4 millones de vacas pagarán por generar 6 toneladas de CO2 al año.
En Nueva Zelanda también se intentó, pero contó con la oposición del sector agrícola y ganadero. En España se ha debatido y se ha adoptado dejarlo en manos de Galicia, que alberga el 41% de las vacas lecheras del país. Estos, que imaginación no les falta, han encontrado la solución cambiando la dieta de las vacas para que se tiren menos flatulencias. Bueno, pues veremos si son más listos que los escandinavos.
A pesar de los meses de protestas de los agricultores y ganaderos europeos contra las medidas de la Unión Europea que regulan las normas del sector, los daneses no piensan que esta legislación les lleve a la quiebra, porque el acuerdo cuenta con el visto bueno de sindicatos, industria y ganaderos. Y eso que ha incluido en el trato a cerdos y ovejas, que no contaminan tanto.
Con el dinero recaudado el gobierno pretende reforestar 250.000 hectáreas de tierras agrícolas, generar una reserva de 140.000 hectáreas de tierras y comprar explotaciones para reducir las emisiones de nitrógeno. Para ello va a destinar 5.300 millones de euros a un plan que se va a extender hasta el año 2045. El objetivo es reducir un 70% la generación de gases invernadero. Comenzaba diciendo que sorprende: primero, por el acuerdo, segundo, por la planificación y tercero, por el objetivo marcado. Envidia que los tengo.
