Todos los cinéfilos sabemos que ocupar el sillón de director en un rodaje es una ambición para muchas personas, sobre todo para aquellas que nunca han pasado el trance y se creen con la capacidad de mando y conocimientos cinematográficos suficientes para desarrollar con buen fin tal actividad: y sabemos también que no tan sólo algunos críticos desean fervorosamente ocupar tal sitial: también somos conscientes que muchísimos guionistas se debaten entre el pánico escénico y el deseo profundo de ser ellos mismos quienes se ocupen de dirigir un rodaje que se basará en sus propias ideas y texto, maldiciendo en su interior el momento en que, en la última película entregaron el guión sin chistar y luego pasó lo que pasó, en su opinión, claro...
Dar el paso adelante cuando hay ocasión es una decisión anhelada que requiere valor y confianza y parece que todo ello concurrió para que George Nolfi decidiera, después de ver lo que hicieron en 2007 con su último guión, afrontar él mismo el rodaje de un guión escrito basándose en una obra del afamado Philip K. Dick, prolífico escritor estadounidense que tomó popularidad internacional justo el año que falleció, cuando se estrenaba Blade Runner (sí: esa que ahora dicen que gozará de una secuela, precuela, o algo así, dirigida por el mismo de siempre) y que ha sido llevado al cine en varias ocasiones gracias a sus muchos relatos cortos, ideales como punto de partida.
Uno de esos relatos cortos lo tituló el escritor Adjustment Team y es del que Nolfi se sirvió para pergeñar una trama que ofrece diversas líneas de interés que nos cuenta en su ópera prima titulada The Adjustment Bureau (titulada en España como Destino oculto en una nueva demostración de ineptitud traductora) en la que Nolfi además actúa también como productor, no fuera a ser que nada se le escapara de las manos.

Esa afortunada pareja, David Norris (Matt Damon) y Elise Sellas (Emily Blunt), es el centro de interés y desde el momento en que se enamoran consiguen encandilar al espectador a causa de una fortísima empatía en la que la buenísima labor y excelente química escénica de ambos intérpretes, que saben dotar a sus gestos de una naturalidad y falta de afectación notables, produce esa sensación que tantas ocasiones echamos de menos; a ello no es ajena tampoco la buena mano de Nolfi que en su primera película demuestra tener el oficio tras la cámara bien aprendido y permite a los actores desarrollar su trabajo sin prisas lo que a su vez consigue que el espectador paladee esa sensación etérea que es el amor.
El guión de Nolfi desarrolla y amplía la idea primigenia y adjunta diálogos que están bien escritos bordeando lo más sutilmente que puede líneas en las que la filosofía toma visos de religiosidad tratando de no tomar partido más allá de lo que concierne a la espléndida pareja que sostiene su amor a pesar de los muchos avatares que les sucederán a lo largo de varios años, curso de un sentimiento muy bien relatado por Nolfi que, además, sabe resolver con muy buena mano escenas de acción briosas y sabe utilizar unos efectos especiales sencillísimos sin que en ningún momento haya oportunidad de solazarse en los aspectos técnicos.
La construcción de los personajes no es precipitada e incluso los miembros de ese equipo de ajuste constituye un grupo de lo más variopinto: contra la usual costumbre de adocenar de forma grupal los caracteres secundarios pertenecientes a una misma organización, Nolfi se entretiene a presentarnos diversas miradas sobre cada individuo que se manifiesta decidido o dubitativo, temeroso y anhelante, dispuesto a tomar partido con un margen de libertad que se basa en la duda relativa a lo más oportuno, lo más conveniente, lo más razonable, lo mejor en cada caso, siempre bajo el prisma individual y nunca falto de un sentido del humor y aceptación de la contrariedad causada por la imprevisión y la inevitable casualidad, elemento aleatorio imprescindible en la trama.
El protagonista, por otra parte, podría ser el fiel reflejo de cualquiera: su carácter de político es una línea comercial de cara a la galería estadounidense, con referencias kennedianas positivas y negativas, pero lo que importa es que es un hombre enamorado, que siente en su corazón la pulsión inacabable del amor y que se sirve de esa fuerza para seguir adelante sin parar en mientes de procesos en los que se implica de forma voluntaria y con repercusiones que van mucho más allá de su persona: le vemos ceder ante lo que los galos, tan elegantes ellos para estas cuestiones, definen certeramente como "un amour fou", porque lo que busca, en definitiva, es mucho más que el conocimiento carnal de una pasión devoradora: es la unión con su media naranja, su compañera ideal.
La gran virtud de esta película en mi opinión es que ofrece vistas a lo que les sucede a una serie de personajes que acaban siendo gentes reconocibles: nadie es perfecto, todos se equivocan, y todos tratan de corregir sus errores, en una carrera contra reloj -el tiempo es importantísimo en la acción, y la falta de cronómetro produce fiascos a reparar- y esa falta de unidad y perfección, esa vulnerabilidad, ese miedo a no conseguir el objetivo une a todos y nos los hace más cercanos y por lo tanto, interesantes.
Buscar en esta película un debate filmado sobre el libre albedrío es un error como sería, en mi opinión, tratar dicha cuestión en una película pretendiendo alcanzar una solución rotunda: hay lugares más propicios para la filosofía: y más idóneos, también. Si P.K. Dick lo despacha en pocas páginas y deja un final abierto, Nolfi se recrea en la ficción romántica que deja buen sabor de boca ya que ha sabido, en su primera sentada en la silla dictatorial, ordenar con muy buen ritmo una función de hora y tres cuartos que se ve en un suspiro, y eso, amigos míos, a estas alturas del siglo, es mucho.
Tráiler
p.d.: El cartel promocional que más se ha visto es, como quien dice, de juzgado de guardia, como puede verse aquí.[+/-]

¿Me puede explicar alguien a quién se le ocurrió cercenar miembros de esa manera tan fea?
¿Es que intentaban hacerle una faena al amigo Nolfi?
¿Nadie se dio cuenta que la composición del cuadro atenta a la dinámica?
Vaya cartel más feo....