Una de las obsesiones de cualquier ingeniero aeronaútico a la hora de diseñar es el flujo de aire alrededor de un objeto en movimiento. Puede parecer una tontería pero detalles tan aparentemente tontos como un tornillo pequeño que sobresale o una sección ligeramente abombada del fuselaje, pueden provocar un incremento en el costoso y contaminante combustible de las aeronaves.
Las alas de un avión están hechas de múltiples piezas articuladas que merman la eficiencia aerodinámica del avión. Actualmente, la NASA quiere emplear algunos nuevos y flexibles materiales para solucionar estos problemas aerodinámicos. La posible solución se llama FlexFoil, y es parte de la NASA y la Fuerza Aérea de Estados Unidos (ACTE). Conecta las partes móviles de un ala a un ala inmóvil con superficie continua, flexible por lo que al no existir ranuras el avión ofrece menos resistencia al aire. Esta nueva tecnología podría utilizarse en los aviones ya existentes y reduciría su consumo entre un 4 y un 12% un gran ahorro en costes y en emisiones de CO2. Fuente: geek.com