Parece que la buena conciencia o el remordimiento carcome el alma de los habitantes de los países nórdicos. En varias de las últimas producciones de estas regiones frías, últimamente, siempre aparece algún personaje que trabaja o colabora en proyectos humanitarios al otro del hemisferio (el último ejemplo en las pantallas sería En un mundo mejor). Quizás el hecho de vivir en países ricos resalta el hecho de la desigualdad que se ha instalado en nuestro mundo e incita a pasar a la acción.
Revista Cine
Y ese es el origen de esta historia de transformación. Los padres de la niña, al que se refiere el título de la película, habían planeado todo para irse con sus hijos, durante el verano, a una misión humanitaria en África. Todo excepto las vacunas de su hija. Imposible llevarla sin esa medida de precaución, por lo que no les queda más remedio que anular el viaje o buscar a alguien para ocuparse de la niña, durante el periodo de vacaciones. Como último recurso recurren a una de sus tías, plantada en el último minuto por el novio de turno.La pobre niña, según ve entrar a su tía por la puerta, sabe a lo que atenerse. Será ella quien tenga que cuidarla, en lugar de lo que habían previsto sus padres. Frente a la horrible perspectiva de pasar el verano en medio de las fiestas que organiza su tía o comer lo que le intenta, sin mucho éxito, cocinar, la niña inventa un sutil amaño para reconciliar a los tortolitos. Su tía no dudará en dejarla unos días sola, siempre y cuando no se lo diga a su madre, y regresar antes de que vuelvan sus padres.Y ahí comienza, verdaderamente, esta poético, tierno y sorprendente film sobre la mutación, entre festiva y dolorosa, del paso de la infancia a la adolescencia. La niña vivirá momentos que jamás olvidará, entre el miedo más insoportable a los primeros deseos, bañados en lo que todos en nuestra infancia hemos deseado, vivir unos días sin adultos alrededor nuestro.La primera película de Fredrik Edfeldt, justamente premiada en la Berlinale, cuenta además con la increíble luz de Hoyte Van Hoytema (que nos cuente cómo se puede iluminar con tal perfección a todos los personajes, por favor), el director de fotografía de Morse, película en la que se basó el remake Déjame entrar. Unas imágenes espectaculares de este extraño verano sueco, con una pequeña actriz cautivadora, Blanca Engström. Pero todo tiene un fin. Las vacaciones se acaban, los padres regresan al hogar y, a partir de ese momento, el espectador sabe que nada será como antes. La niña del título ya no existe.