Texto: Sonia Lozano y Joxean López
Bienvenidos a nuestro teatro en el que hoy al abrir el telón hemos podido observar una calle y unos adolescentes que se han sentado en un banco a charlar. A pesar de que eran 4 ó 5 sólo se escuchaba a uno de ellos. Debía de haber vivido muchas experiencias y muy interesantes tanto como para darles más importancia que a las de los demás ya que no paraba de interrumpir a sus compañeros cuando estos intentaban meter baza.
Este joven monopolizaba toda la conversación tratando en todo momento de expresar lo que tenía en mente. Nuestro amigo no es tan egótio como aquel a quien llamamos Acebo. En realidad lo que le pasa es que está saturado de sí mismo y necesitar “vaciar”, “que la boca hable de aquello que al corazón le sobra”. Es decir: de sí mismo. Este personaje está lleno de sí pero los motivos pueden ser variados: quizás un problema personal al que no para de dar vueltas, quizás demasiado tiempo a solas para acabar en un bucle, quizás la necesidad de buscar un lugar propio en el entorno.
A este personaje que llamamos Brezo, como la flor que lo ayudará, en realidad lo que le toca en su camino emocional es vaciarse para encontrar su lugar en el entorno social. Sólo eso: vaciarse de sí mismo y sus conceptos, sus ideas, su bucle e incorporarse al mundo. En realidad es un “echao palante” como se suele decir; normalmente y a pesar de lo que parece es un tímido que habla para que no se le note la tensión que le supone ese entorno en el que no se siente seguro ni a gusto porque no sabe cuál es su rol. Si tuviese un poco más de paz y menos de sí mismo podría admitir que no tiene que sobresalir para ser aceptado, no necesita ser nadie en concreto: ni el listo, ni el gracioso, ni el necesitado ni el necesario: su rol es simplemente ser como él es y comprender que se acepta dentro del grupo porque se sintoniza con él, no porque tenga un papel concreto.
Hoy este personaje ha sido definido como el charlatán, a veces incluso como el absorbente… pero la verdad es que “aguantar su chapa” es en definitiva una obra de caridad pues le ayuda a vaciarse de su exceso. Por eso a veces también se le llama el perdido social. Si le ayudamos a soltar todo lo que la cabeza le “secuestra” definiremos mejor su esencia social. En el caso de hoy, en nuestro teatro hemos visto adolescentes pero no caigamos en el error de circunscribirlo sólo a este grupo de gente. Podemos verlo a lo largo del teatro en el amigo parlanchín al que todos temen encontrarse porque no te deja espacio ni tiempo para ti ni para hacer tus cosas, al “pesado” del abuel@ que cada vez que te ve te cuenta lo mismo o al niño que impide la conversación de los adultos para contar sus cosas que él considera superimportantes. Como decíamos la flor llamada Brezo puede ayudarle. Es una flor pequeñita que crece en lugares áridos e incluso con difíciles condiciones climáticas pero a pesar de todo se expande colonizándolo todo.
Parece incongruente: tan pequeñita y tan expandida. Recuperar a este personaje para vaciarlo de sí y que se sienta cómodo en su entorno es tan sencillo como darle 5 gotas de elixir floral Brezo varias veces al día y podremos disfrutar de sus conversaciones…y de sus escuchas. Pero sobre todo de su ser cálido, expresivo, agradable pero no especialmente concreto. En definitiva: un buen amigo de sus amigos.