Cerca de los Bomberos de la Avenida Sucre me he encontrado con esta flor y la he sentido mía, una de tantas delicadezas del Creador para con nosotros que estamos "de vuelo", correteando de un lado para otro…pero siempre invitados a ver belleza, verdad y bien por doquier. Convertir la prosa de cada día en un poema heroico, eternizando el momento que se va.
Después de tomar la foto, he dado infinitas gracias al Señor por su inmensa grandeza en la inefable sencillez. Recordé, emocionado, las palabras del Siervo de Dios P. Tomás Morales acerca de que el fiel bautizado se parece a una flor silvestre o flor del campo:[1]
1. Carece de protección. A la intemperie, sin defensas, sobre la roca firme que es Cristo.
2. Abandonada a la Providencia que las "acaricia con el sol primaveral".
3. Oculta, ignorada, silenciosa, sin distintivo externo, sin nadie que la contemple.
4. Se abre sólo para Dios, no busca agradar a las personas que la ven.
Uno de los mejores biógrafos de Santa Rosa, L. Hansen habla en su capítulo XVI de Cristo como "flor del campo" para Rosa:
Era Rosa flor en la obras y en el nombre. Así que procuraba, poniendo de ello gran diligencia, que en ningún tiempo del año estuviesen los altares sin el adorno conveniente de flores. Para esto tenía en el jardín divididos varios cuadros y en uno de ellos muchas albahacas. Pronto en cultivarlas, regarlas y cuidarlas todo cuidado; porque siendo el olor y el nombre que algunos le dan de planta real, le parecía que este era el tributo más a propósito para rendir homenaje al "que es Rey de los siglos invisible é inmortal". Correspondía la planta agradecida á la industria cuidadosa de su jardinera; y cuando más pomposa y más ufana se mostraba en el huerto, tanto más alegraba a Rosa. Pero como el gozo de las flores siempre es fugitivo y breve, una mañana halló la virgen su vistosa albahaca, no sólo seca y marchita, sino del todo muerta y arrancada por sus raíces. Llena de sentimiento, hasta llegó á derramar algunas lágrimas, por no poder adornar con ella en adelante el altar de su amado. Había salido apenas del jardín cuando encontró á Jesucristo, quien hablándola con afabilidad y blandura, la dijo: "¿Qué es lo que sientes? ¿qué dolor es el que penetra tu corazón? ¿Acaso yo, que soy la flor del campo, no soy mejor y más hermoso en tu aprecio que las albahacas todas y todo el vergel florido del Paraíso? Y para que entiendas que yo solo he de ser tu albahaca, yo soy el que con estas manos la arranqué por las raíces, yo el que quebrantó sus ramas, el que arrojó esas matas que has llorado por muertas. ¿Eres tú flor vistosa y amas las flores? Vesme aquí, aquí me tienes, en quien más gloriosamente podrás emplear tus amores." Aprendió Rosa en esta lección mística el mucho amor que debía á su Esposo, pues la amaba tan tiernamente que le atormentaban los celos, aun de cosas tan indiferentes como las flores.
5. P. Tomás Morales Tesoro escondido Madrid 1983.pp.16-17