Últimamente estamos un poco exigentes a la hora de recoger hallazgos callejeros, rechazando cualquier mueble de madera con marcas de polilla... ¡Nos da pánico que nos invadan el taller y la exposición! Pero no pudimos resistirnos a esta preciosa silla y su flor tallada en el respaldo, sobre todo porque apenas si le vimos uno o dos agüjeritos...
Desmontamos todo el asiento, trabajo tedioso y laborioso donde los haya, pero fundamental para saber el alcance de la invasión "animal"... Suele ser en el interior de la tapicería donde más estragos hacen, al encontrase la madera sin barnizar, y ser, por lo visto, más apetitosa... Y efectivamente, aunque no hay documento gráfico, por dentro estaba bastante infectada, por lo que tuvimos a nuestra silla más de un mes con el tratamiento de rigor.
Tras lo cual, la lijamos para eliminar la capa de barniz...
..., pintamos con tiza blanca, y volvimos a lijar...
..., para darle un suave desgastado natural.
Este estampado clásico de pata de gallo fue el elegido... Nos ocurre una cosa con este tipo de tejido, no nos hace mucha gracia para vestir y, sin embargo, como tapicería nos parece de lo más elegante y chic...
Y nos encanta el contraste que hace con la silla, de estilo tan clásico.
Tenemos que decir que no nos hemos encargado de tapizarla. Queríamos que llevara nuevas cinchas, y nuestro tapicero de confianza nos recomendó colocarlas de diferente manera a como estaban originalmente, para que la tela no quedara fruncida... Después de sopesarlo, decidimos dejarla en manos de un profesional y el resultado es perfecto.
Esta monada se queda en casa de una de nosotras.
Aún no le hemos encontrado el sitio, porque nos gusta en varios lugares... La tendremos danzando de un cuarto a otro, que ya nos conocemos...
Pero sí es seguro que se encuentra en su nuevo hogar.
Y con ella nos despendimos por hoy, deseándoos lo mejor para este fin de semana.
¡Nos vemos el lunes!