¿De modo que ésta era la revolución conservadora, que los verdugos acusen de sus propios delitos a la victimas?Decía yo, el otro día, aquí, en el post “Paralelismos”, que tenía la impresión de que era Arriola el mismo tío que programaba al PP y al Real Madrid y uno de esos cobardes anónimos que me visitan me preguntaba por mis fuentes de conocimiento cuando lo que sucede es un auténtico clamor, de tal manera que la pregunta en sí formaba parte, claro, de la propia revolución retrógrada.Tal vez, la baza más efectiva que esta gentuza juega sea precisamente la del cinismo, un cinismo que se presenta insuperable y que, por ello, produce un estupor que como la mirada de ciertas serpientes paraliza a sus víctimas, cuando un tipo como Mourinho pregunta una y otra vez por qué a sus hombres, auténticos matones que agreden, pisotean y atacan a sus víctimas de todas las maneras, los expulsan del terreno de juego, ya no se puede hacer más, en este aspecto de la desvergüenza política, en orden a conseguir del estamento arbitral una conducta paralizante ante sus descarados delitos.Del mismo modo, el PP, que es el causante directo de los despidos masivos de las empresas que domina, dice, con todo el descaro del mundo, que cuando él gobierne y tenga además de la fuerza económica que supone la propiedad de dichas corporaciones, de las que Aznar hizo presidentes a todos sus amigos y hombres de confianza, la fuerza política que supondrá el dominio absoluto de la mayoría del Congreso para dictar las leyes que maniaten para siempre a las instituciones encargadas de la defensa del trabajador, el paro va a disminuir, no hace sino lo mismo que el Real Madrid cuando pide justicia frente a los delitos que él mismo comete. Son, probablemente, las mayores irrisiones de la historia de la humanidad, los lobos pidiendo que les dejen apacentar a las ovejas para que ellos elijan, con mayor impunidad aún, el momento de degollar a sus víctimas.Se trata, pues, de profundizar todavía más en la sumisión de las víctimas a los victimarios, ésta es la cuestión. Y, en medio, un pueblo que ha perdido definitivamente su conciencia de clase, que, embebido por las tvs, las radios y la prensa mafiosas no es capaz ya de saber lo que realmente le conviene y ve en los lobos a los que deben de ser sus pastores.Decía Camus, en “El hombre rebelde”, que, para un hombre serio y sensato, la única salida posible de este canallesco laberinto es el suicidio e inconscientemente, como ya he apuntado otras veces, es a lo que vamos, con unas falsas élites del pensamiento progresista que ni siquiera saben lo que hacen, con unas clases medias que se están dejando embaucar por estos tirititeros de la política, que confían plenamente en su estulticia para que culminen su suicidio entregándoles las llaves de la gobernación de un país, en el que los trabajadores están a punto de perder todos esos derechos que tanta sangre, sudor y lágrimas costó conseguir.Estos jodidos estúpidos se consideran a salvo porque tienen empleos fijos en las grandes empresas y no ven lo que está sucediendo en esa nación que, para ellos, es el paradigma del progreso gracias a que, por artimañas fiduciarias, basadas en que su moneda es la base del cambio mundial, viven a costa del trabajo del resto del mundo que, en realidad, está sufragando su falso nivel de vida, que se basa, en gran parte, en estar utilizando a pleno rendimiento la máquina de fabricar billetes.Pero ¿qué pasará si los países emergentes deciden acabar con esa esclavitud monetarista y plantan cara al gigante de los pies de plomo, que está poniendo en práctica, de acuerdo con su historia, una forma nueva de esclavitud, en la que el resto del mundo trabaja casi en exclusiva para ellos?Nosotros, no , nosotros no sólo no tenemos arrestos suficientes para intentar liberarnos de dicha esclavitud sino que pretendemos ser los cómplices distinguidos de una explotación semejante, pero China, India, Brasil y otros han decidido ya apartarse de ese camino sin salida, que, cada cierto tiempo, amenaza con conducirnos al desastre total porque la economía no puede dirigirse únicamente por ese impulso caníbal de fagocitar a los otros de la peor de las maneras porque éste es un instinto que acaba por devenir en suicida.Y esto las clases medias, compuestas por miles de millones de tontos del capirote, que se niegan a comprender que lo que ahora tienen sólo es pan para hoy y hambre para mañana, y que el mañana es el tiempo de sus propios hijos, a los que van a dejar, si prosiguen con su suicida tarea de acabar con las defensas sociales que el Estado del bienestar nos ofrecía, no sólo en la indigencia sino en la mayor de las indefensiones de tal modo que no existirá, en el mundo que ellos habrán colaborado decisivamente a construir, otra cosa que el llanto y el crujir de dientes. Con su pan se lo coman, por estúpidos.