Charlie es un hombre de casi 33 años. Es un tonto de buen corazón, bien intencionado, lleno de afecto por las personas, a las que admira, por lo ¡listas y buenas! que son.
Entre sus deseos siempre ha estado el de aprender: " Yo no quiero ser celebre. Yo qiero solo acerme listo como los otros de modo que pueda tener muchos amigos que me qieran."
Y es que aunque comprende las cosas, lo hace procesando la poca información que un cerebro de 68 CI puede permitir.
¡Pero! un experimento se ha hecho con nuestro Charlie, y muy pronto, su limitado cerebro se convertirá en uno bien potente, uno capaz de procesar e interconectar tanta información como la que un cerebro de 185 CI te permitiría (no es por fastidiar, pero la mayoría de nosotros tenemos un cerebrito de 100, y si llegamos).
Y claro, en esta asombrosa evolución, acompañaremos a Charlie en su averiguación de que nada es lo que parecía;
o incluso, que nada es lo que parece, y muchos más asuntos como, la comunicación, qué es lo que hace que dos personas se relacionen afectivamente, el disfrute del don de la inteligencia con el que cuenta el hombre, y la soledad, entre muchas otras cosas.
La novela es absolutamente empática, hasta el punto del desasosiego. Es crítica y muy psicológica con los personajes, aunque también diría que acaba siendo generosa y muy tolerante con el ser humano.
Para conseguir esto, el escritor hace que nuestro protagonista hable en primera persona, como si fuera un diario. Al principio veremos que apenas sabe escribir ni expresarse, que no sabe juzgar, que no tiene imaginación, tampoco doblez; pero, poco a poco, la ortografía, el uso del lenguaje y la calidad de lo contado se va volviendo más complejo, también sus problemas, sin olvidar que un incierto futuro calará en el ánimo del lector.
En estos recuerdos que ahora reinterpretará con ese mayor abanico de datos que su cerebro puede relacionar, escenas del pasado serán comprendidas de otro modo, y por primera vez reconocerá en su pasado el rechazo, la burla, la indiferencia, el egoísmo, la crueldad, la mediocridad, .... ¿Sabrá encontrar el equilibrio su crecimiento intelectual y emocional? ¿El equilibrio entre su subconsciente y su nuevo consciente? ¿Afrontar el miedo indeterminado? ...
Me despido con uno de los pensamientos de Charlie sobre la inteligencia y la ciencia de nuestra cultura:
" Pero he aprendido que la inteligencia por sí sola no significa gran cosa. La inteligencia, la educación, y el saber, se han convertido en grandes ídolos. Pero la inteligencia y la educación que no han sido templadas en el afecto humano no valen gran cosa. La inteligencia es uno de los mayores dones del hombre .... la inteligencia sin la capacidad de dar y recibir un afecto conduce al derrumbe mental y moral, a la neurosis e incluso a la psicosis. Y digo que la mente absorbida en un interés egoísta tomado como un fin en sí mismo, con exclusión de toda relación humana, no puede conducir más que a la violencia y al dolor ".
- Dicen los que entienden, que existe una diferencia fundamental entre la forma de enfrentar el asunto de la existencia el Oriente y el Occidente, y que ese enfoque diferente ha marcado cada una de estas culturas. Si bien Oriente se centró en el interior del ser humano, en la naturaleza, desarrollando así, un mayor conocimiento de los diferentes estados de conciencia del hombre. Occidente las buscó en lo exterior, en el mundo, en la Historia, y de ahí, dicen, se podría explicar el desarrollo tecnológico de Occidente, y la conquista. Occidente utilizaría como arma onmipotente al pensamiento; Oriente, considera que el pensamiento como herramienta no da toda las respuestas. El caso es que este enfoque me recordó mucho a esa conclusión de la novela, por eso lo pongo.
- El nombre de "Flores para Algernón" viene por su compañero de laboratorio, un ratoncito al que pusieron como nombre Algernon y que como él comparten experimento.