Título: Flores de verano (Natsu no Hana)Autor: Tamiki HaraEditorial: Impedimenta (mayo 2011)Año de publicación:1947Páginas: 136
Precio: 16,50 euros
Cuando un libro me ha gustado mucho trato de transmitiros mi entusiasmo y animaros a que lo disfrutéis. En este caso no puedo hacerlo. Y no porque no me haya gustado, todo lo contrario, Flores de verano de Tamiki Hara es uno de los mejores libros que he leído este año, pero entiendo que sea un libro que no a todo el mundo le apetezca leer. La novela habla de un tema ya de por si duro, el estallido de la bomba atómica en Hiroshima, pero además, nos lo cuenta un superviviente, el propio Tamiki Hara, quien el 6 de agosto de 1945 se encontraba en la ciudad japonesa donde residía con el resto de su familia. Por ello, podéis imaginar que al ser un testimonio de primera mano, no escatima en detalles terribles y escabrosos, es realista a más no poder, algo que puede ser demasiado para algunos. Yo he sufrido mucho leyendo este libro, he llorado, me he angustiado y no he podido sacármelo de la cabeza durante días. Pensando y pensando, dándole vueltas al horror que el ser humano puede desatar. Además, sin poder evitar mi curiosidad, he estado viendo fotografías de la época que os voy a ahorrar por su crudeza, si queréis verlas tan solo tenéis que buscar Hiroshima en Google. La cantidad ingente de cadáveres caídos en las calles, con gestos grotescos y totalmente calcinados, son realmente terribles; los estragos de la radiación en la gente, tanto en el momento, como durante años. Entonces os preguntaréis por qué digo que me ha gustado leer el libro. Pues porque, a pesar de lo mal que lo he pasado, de lo mucho que he sufrido, creo que el testimonio vivo de alguien que vivió ese horror nos es necesario para comprender lo que pasó realmente y para no olvidar nunca barbaries semejantes, para mantenernos firmes en contra de las armas nucleares. Como siempre se dice, hay que recordar este tipo de cosas para que no vuelvan a suceder jamás.
Además, la prosa de Tamiki Hara es impresionante, brevemente, con pocas frases, nos hace un retrato del lugar, de las personas, de los acontecimientos e incluso nos hace sentir el clima y la atmósfera que se vivía esos días. Desde los días anteriores al estallido de la bomba, en los que ya había un clima de inquietud, puesto que Hiroshima no había sido apenas bombardeada por los norteamericanos, a diferencia de otras ciudades japonesas, ya que reservaban la ciudad para su "experimento" con la bomba atómica y ver qué consecuencias tenía en una ciudad prácticamente intacta. Los japoneses, aún sin saber lo que les esperaba, intuían que se avecinaba una desgracia, que los norteamericanos le tenían destinada a Hiroshima "algo diferente". Todo ese clima está perfectamente reflejado, esa inquietud, esa sensación de impotencia ante algo que se avecina y no se sabe qué es. Esta primera parte se llama Preludio a la aniquilación, en ella, el alter ego del autor se encuentra en Hiroshima a donde ha regresado para vivir con sus hermanos tras el fallecimiento de su esposa. La segunda parte, Flores de verano, es el estallido de la bomba en si, y sus consecuencias devastadoras. Por último, De las ruinas narra las consecuencias posteriores del estallido de la bomba, cómo murieron tantas y tantas personas, algunas de ellas incluso en buen estado de salud aparente, por los efectos de la radiación.
Tamiki Hara
Lo que me ha resultado más duro de la novela, aparte por supuesto, de las descripciones tan crudas de las consecuencias de la radiación, es el hecho de que todo lo que se cuenta es real. Aunque nos lo relate de manera novelada y cambiando algunos nombres, Tamiki Hara nos cuenta su propia experiencia. Nacido en Hiroshima en 1905 e hijo de una familia numerosa, se licenció en Literatura Inglesa en la Universidad de Keio. De carácter introvertido e incluso depresivo, su vida dio un giro al casarse en 1933, tras un intento fallido de suicidio, con una mujer que le ayudó a integrarse en el mundo y a ser más feliz. Juntos se trasladaron a Funabashi donde él daba clases de inglés. Por desgracia, su mujer murió de tuberculosis en 1944 tras una larga enfermedad. Por este motivo, Tamiki Hara decidió volver a Hiroshima donde vivió la explosión de la bomba atómica en casa de sus padres. A pesar de ser un superviviente, el peso de lo que vio en Hiroshima, la muerte de su mujer, y el anuncio del presidente Truman (quien dio la orden de lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki) de que se barajaba la posibilidad de lanzar otra bomba sobre Corea, fueron demasiado para él. El 13 de marzo de 1951 se suicidó lanzándose a las vías del tren en Tokio. Sus amigos sufragaron la construcción de un monumento que puede verse junto al Genbaku Dome, la cúpula conmemorativa del lanzamiento de la primera bomba atómica, un edificio que se ha dejado tal y como quedó tras el estallido de la bomba.
Genbaku Dome
Flores de Verano sufrió durante años la censura de la mano del ejército norteamericano que prohibía a los japoneses publicar nada acerca de la guerra o de las bombas. La edición de Impedimenta es la primera en la que ha aparecido esta obra traducida al castellano. Se trata de una edición muy cuidada y completa en la que se incluye un mapa de Hiroshima y el impacto de la bomba en la ciudad, fotografías de la tragedia y un prólogo del que he sacado la información para esta entrada. Como por ejemplo, algo que no conocía, y es que existe un género literario llamadogenbaku bungaku (literatura de la bomba) escrita por hibakushas (supervivientes). En el libro se expone una lista de autores y obras de este tipo por si queréis profundizar en el tema, yo intentaré encontrar esos libros ya que el tema me interesa bastante. Entre ellos se encuentra Lluvia negra de Masuji Ibuse que reseñé en su momento y que podéis recordar aquí.
- Takashi Nagai, Campanas de Nagasaki
- Ota Yoko, Ciudad de cadáveres
- Masuji Ibuse, Lluvia negra
- Ineko Sata, Cuadros sin colores
- Hiroko Takenishi, El rito
- Kyoko Hayashi, El tarro vacío
- Katsuzo Oda, Cenizas humanas
- Mitsuharu Inoue, La casa de las manos
- Toge Sankichi, Poemas de la bomba atómica