Título: Flores en el ático (Dollanganger #1)
Autora: V.C. Andrews
Año: 1979
Género: Narrativa gótica
Editorial: DEBOLSILLO
Páginas: 480
Corre el año 1957, y los Dollanganger parecen una familia perfecta que vive sin preocupaciones en su idílica casa de Gladstone, Pensilvania... hasta que la tragedia llama a su puerta. Ocurre el día en que Christopher, el patriarca de la familia, muere en un accidente. Su viuda, Corrine, debe hacer frente al peso de una gran deuda que no puede asumir. Su única opción: regresar a la mansión de sus acaudalados padres en busca de ayuda. Su madre, Olivia Foxworth, la acoge bajo la cruel condición de que los niños se escondan en el desván.
De esta forma empieza el tormento de los hermanos Dollanganger -Cathy, Chris y los gemelos Carrie y Cory-, víctimas inocentes de pasiones prohibidas y condenados a vivir aislados del mundo.
Opinión:
Desde que vi la película un día por casualidad no podía quitarme de la cabeza que tenía que leer esta novela, porque me parecía interesante desde el punto de vista psicológico. Además, el tema de las relaciones prohibidas también era algo nuevo para mí, más allá de vampiro-humano, ángel-humano etc. Las críticas que había escuchado con anterioridad eran tanto buenas como malas, así que finalmente decidí sumergirme en la historia para poder formarme mi propia opinión.
La vida de los hermanos Dollanganger da un giro radical al morir su padre y tener que despedirse de su idílica vida. Corrine, su madre, se ve forzada a llevarse a los niños a casa de su madre, quien todavía no la ha perdonado por un pecado que cometió en el pasado, cuando se casó con su fallecido marido. La condición para poder vivir en la casa es la de encerrar a los niños en una habitación cuya única salida es el ático al que está conectado. El padre de Corrine, el abuelo de los niños, bajo ninguna circunstancia tiene que saber que Corrine tuvo cuatro hijos con su marido.
De esta manera, los cuatro hermanos se ven confinados entre cuatro paredes, sin mayor diversión que los diferentes recuerdos y trajes que encuentran en el ático, fruto de muchos años de ir conservando y guardando trastos. Su madre les promete que es una situación temporal, que todo lo que tiene que hacer es volver a ganarse la confianza de su padre para volver a ser la heredera de la mansión y del dinero. La condición débil del abuelo de los niños debería conducirle a la muerte pronto, de manera que podrán pronto retomar su vida gracias a dicha herencia. Pero lo que empezó como unos días, se termina alargando en un tormento que dura años.
"Al final del arco iris, no esperaba el oro. Pero era un arco iris débil y frágil como una tela de araña, y el oro pesaba una tonelada, y desde el comienzo del mundo el oro es la razón de hacerlo todo, lo que sea".
El libro está narrado desde el punto de vista de Cathy, la mayor después de Chris. Ésta pronto pierde la fe en su madre y es la primera en darse cuenta de todos los hilo y cabos que faltan por atar. Siendo la niña de los ojos de su padre, la relación con su madre pronto se ve enfriada. La narración es de sencilla comprensión y cargada de un gran trasfondo psicológico. La escritora logra captar a la perfección lo que supone para los Dollanganger estar cautivos entre tan poco espacio.
Cathy, sorprendentemente, logró mi simpatía en la mayoría de las situaciones. Comienza la novela con 12 años y con su sueño de princesa de convertirse en una bailarina profesional, y termina adoptando el papel de madre con los gemelos. Chris es un personaje que me ha irritado bastante y con quien no he logrado congeniar. Me ha parecido que no aportaba demasiado y que relegaba toda la carga en Cathy, aún siendo él el mayor. Corrine me parece un ser despreciable, incluso más que Olivia Foxworth; la pesadilla de los niños. Olivia es un personaje al que desde el primer momento odias, pero al menos sabes que sus intenciones no son en ningún momento buenas. Corrine, sin embargo, se esconde bajo buenas (y superficiales) acciones para ocultar su verdadera faceta.
Los personajes se ven obligados a crecer, y realmente a lo largo de la novela puedes ir viendo esos avances en sus caracteres. La evolución entre la relación de Cathy y Chris es muy interesante de ver, y lejos de lo que esperaba no resulta empalagosa ni pesada. Pensaba que me encontraría con algo demasiado dulce, pero la verdad es que ver los pensamientos de Cathy después de cada paso en esa extraña relación de hermanos ha sido de lo más interesante. El cambio de Corrine también es evidente, pasando de madre modelo a madre desinteresada que incluso parece olvidar que tiene hijos.
“Amor. Con cuánta frecuencia había visto yo esa palabra en los libros. Una y otra vez. Tener riqueza y salud, y belleza y talento…, es como no tener nada si no se tiene también amor. El amor cambia todas las cosas corrientes en algo vertiginoso, poderoso, embriagador, encantado.”
Es un libro que bien podría ser una telenovela, en la que te encuentras con lazos familiares, vengazas, odio, traiciones... No es el tipo de libro al que más asidua soy, pero tengo que reconocer que me ha gustado y que mi intención es la de continuar con la saga. Hay momentos en los que no aguantaba a ningún personaje, otros en los que comprendía el porqué de sus actuaciones, pero al final no hay que olvidar que estaban en una situación límite en la que ni yo misma sé cómo actuaría.
Una novela de rápida lectura, de bastante intriga, con algunos giros interesantes que producen que quieras continuar leyendo para desenredar lo que está sucediendo. Es un libro duro porque aborda temas como son el maltrato infantil y el incesto, pero creo que el punto de vista psicológico que ofrece hace que merezca la pena.
"Es muy propio atribuir a la esperanza el color amarillo, como el sol que raras veces veíamos. Y al ponerme a copiar del viejo Diario que escribí durante tanto tiempo para estimular la memoria, me viene a la mente un título, como fruto de la inspiración: Abre la ventana y ponte al sol. Y sin embargo, dudo en asignárselo a mi historia, porque pienso que somos algo más que flores en el ático. Flores de papel. Nacidos con tan vivos colores, ajándonos, cada vez más desvaídos, a lo largo de todos esos días interminables, penosos, sombríos, de pesadilla, cunado nos tenía presos la esperanza, y cautivos la codicia. Pero nunca pudimos teñir de color amarillo ni si quiera una sola de nuestras flores de papel".
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