Hoy de nuevo toca novela negra, en esta ocasión desde Italia y firmada con nombre femenino. Hoy os hablo de Flores sobre el infierno.
Mi opinión
En Taverni, un pequeño y tranquilo pueblo italiano perdido en los Alpes y muy cercano a la frontera austríaca, aparece un cadáver salvajemente mutilado al que han arrancado los ojos. La comisaria Teresa Battaglia, una mujer ya madura especializada en perfiles criminales, será la encargada de la investigación liderando un equipo al que se acaba de unir el inspector Massimo Marini, que no comienza con el mejor pie. Las peculiares características del asesinato, su puesta en escena y la experiencia de tantos casos a sus espaldas, le indican a Teresa que probablemente el terror no ha hecho nada más que empezar. Además, junto a los capítulos dedicados a esta investigación criminal, se intercalan otros pertenecientes al pasado y que se desarrollan en un lugar conocido como la Escuela, de la que sabremos que en ella viven unos niños y poco más.
Quizá lo primero que sorprenda de Flores sobre el infierno, además de su tono pausado y eminentemente descriptivo, sea la elección de su protagonista y no por ser mujer, cada vez es más habitual encontrarlas en la novela negra, ni por cargar sobre sus espaldas una tremenda mochila emocional llena de traumas, parece que no puede haber un inspector, detective o comisario sin un pasado plagado de desgracias, pero sí por su avanzada edad y por su marcado contraste en el trato con los diferentes personajes que la acompañan y es que la comisaria Teresa Battaglia es un personaje dotado de una dualidad en ocasiones difícil de entender por el lector, capaz de la sensibilidad más exquisita y de la frialdad más dura. Y Teresa es, sobre todo, la gran baza de esta novela y es que sin ella, con un policía más al uso, Flores sobre el infierno sería una historia muy distinta.
Junto a esta protagonista que prácticamente es el alma de la novela, otro gran personaje habita las páginas de esta historia, Taverni. La pequeña población entre montañas es un personaje más, quizá el mejor dibujado y es que la ambientación es uno de los puntos fuertes de Flores sobre el infierno. A través de las precisas descripciones el lector se traslada tanto al dominio de la naturaleza, como al ambiente asfixiante que la propia hostilidad del paisaje imprime a sus habitantes en toda su grandeza, dotando la atmósfera de un aire endogámico que traspasa las páginas. El carácter idílico de la población contrasta enormemente con la claustrofobia y la tensión latente conforme avanzamos en un caso que, si bien se torna previsible en un momento dado, no deja de cumplir con su función de entretenimiento.
No es este un thriller trepidante, sino todo lo contrario. La autora opta por un ritmo pausado, como os decía muy descriptivo, especialmente a nivel psicológico, dejando numerosas reflexiones sobre las relaciones familiares en general y las maternofiliales en particular. Las dos líneas temporales sobre las que se articula la novela contribuyen a que el interés del lector, a pesar de intuir rápidamente que la resolución del caso solo puede provenir de un lugar, se mantenga a lo largo de las páginas llevado por la cadencia que imprimen un par de giros más o menos sorprendentes y la certeza de que la resolución nos dejará un sabor agridulce.
En definitiva, Flores sobre el infierno es una lectura entretenida, distinta a lo habitual en el género, con una narración correcta y una protagonista curiosa.