Miradas con las mentiras contadas.
Estrechos puentes que pierden enemigos de plata
y que va a ser de la belleza…
vendida a algoritmos matemáticos.
Escribir en las paredes arrojar vómito en las palabras
y que va a ser de la locura…
despreciada y encerrada
saturada de creyentes fríos de la razón.
Soy la quinta luz
la verdadera náusea
la estirpe maldita.
Ábreme las piernas
salpica la carne de versos
incúlcame la vida a golpe de polla.
Salvar lo sagrado de la muerte.
Dormirse con las secuelas de la ruina.
Soy ventanal abierto al mar
vengo de la sal y la bruma
vengo a mutilar espacios yermos.
Y saber de nada lo que nos cuenta todo
soñar con la extensa tormenta del cuerpo.
Y, Dime: ¿Qué será de la inocencia?
¿Vas a darle puntapiés a la costumbre
o a borrar la ilusión
como si fuera un borrador a lápiz?
Soy inerte
la levedad de estar siempre en suspenso
siempre insatisfecha.
¿Vas a decidir por mi?
(Ojalá la respuesta fuese afirmativa…)
A veces quisiera fundirme
acabar en un callejón con el dolor
colocándole con Soma
pero ni el Soma es, ni yo me voy a fundir.
Soy la culpa y la negación
el beso largo que te conmueve…
y el amor que me cobija
y la vuelta de tuerca…
esa última vuelta.
Las flores acuden al fuego
como polillas románticas
al cortejo de una luz.
Las flores, no saben que el fuego quema
o tal vez si, y se enamoren de las llamas
porque quedaría precioso en un tatuaje.
Flores y fuego. Muerte y poema.
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