Revista Viajes

Florida, the sunshine state

Por Martafr1975

Florida, the sunshine state

El estado de Florida, conocido como el estado del sol, es una tierra de contrastes con lo mejor de la naturaleza (paisajes alucinantes, vibrante vida salvaje, kilómetros de playas de arena blanca y aguas turquesas) y unas metrópolis excéntricas y multiculturales donde el ocio y la diversión son su principal reclamo.

Sábado 27 de agosto

The sunshine state? Llegamos a Florida con alerta por huracán. Es cierto que ya sabiamos que en verano aquí es temporada baja y uno de los motivos es este, tiempo de huracanes y tormentas tropicales, pero ¿no podía haber esperado unos días a llegar? El huracán Gastón, el séptimo de esta temporada en el Atlántico se espera que llegue a la costa de Florida en los próximos días, pero puede cambiar de trayectoria y dependiendo de ésta, su intensidad también podría variar. Estamos en alerta.

Por ahora disfrutaremos de estos maravillosos días de sol y calor.

San Agustín, en la costa este de Florida, fue conquistada por los españoles en 1565 después de varias incursiones llevadas a cabo por algunos exploradores, entre ellos y el primero de todos Juan Ponce de León en 1513. Más tarde cayó en manos anglosajonas y tradujo su nombre. Sus calles parecen sacadas de un parque temático con edificios coloniales de estilo español, todos ellos perfectamente conservados. Cabe destacar el Castillo de San Marcos, una fortaleza construida por los españoles en 1695 siendo el edificio de mampostería más antiguo del país.

Vale la pena perderse un rato por sus calles adoquinadas, pasar por el fresco soportal del Hotel Juan Ponce de León, hoy la residencia universitaria más bonita del mundo y disfrutar de sus casas de decorado mientras tomamos un refrescante sorbete de limón.

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Y a pocas millas, Saint Augustine Beach. Playa kilométrica de arena blanca enmarcada en un cielo azul donde destacan unas enormes nubes blancas. Viendo esta imagen entiendo porque los españoles eligieron La Florida para instalar su colonia…

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Siguendo por la Hwy A1A, una de las mejores rutas panorámicas de EEUU que atraviesa toda la costa atlántica de Florida, pasamos por playas de postal como la que extiende al sur de Fort Matanzas, justo debajo del puente y ubicada en una ensenada. La belleza hecha playa.

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Más al sur y siguiendo la misma carretera llegamos a la Space Coast, denominada así porque es donde se ubica la NASA en el famoso y cinematográfico Cabo Cañaveral. Desde Titusville y atravesando un puente se accede al Canaveral National Saeshore, kilómetros y kilómetros de playas vírgenes azotadas por el viento limitadas por Mosquito Lagoon, islas y manglares hogar de aves y tortugas, con las lanzaderas de los cohetes espaciales dibujadas al fondo. Los accesos a las zonas oficiales de la NASA están restringidos, lo comento por si alguien, como nosotros, tenía pensado acercarse a sus instalaciones, esperando pasar desapercibidos.

Tanto el Castillo de San Marcos en Saint Augustine como Canaveral National Seashore pertenecen a la red de Parques Nacionales. Este mismo fin de semana celebran el centenario de su creación y las entradas a ambos sitios son gratuitas. De todos modos, no son excesivamente caras.

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En la zona sur de Cabo Cañaveral, la población de Cocoa Beach es el centro por excelencia del surf en la costa atlántica, sus olas son famosas y la tienda más grande del mundo dedicada a este deporte tiene su sede aquí mismo. Ron Jon’s Surf Shop es a Cocoa Beach lo mismo que M&M’s a Las Vegas, dos plantas donde se vende desde un simple collar surfero hasta las tablas más sofisticadas para practicar este deporte.

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Al atardecer cogemos carretera y cruzamos Florida hasta la costa oeste. Llegamos a Fort Myers Beach entrada la noche y nos alojamos en el Hampton Inn, la cadena modesta de Hilton. Para nosotros una más que razonable opción, de los mejores moteles o Inns en los que hemos estado.

Toca descansar para seguir mañana.

Domingo 28 de agosto

Delante de Fort Myers, al otro lado de una carretera elevada previo pago de 6$ se accede a las islas de Sanibel y Captiva, dos islas conectadas entre sí por una carretera, con playas de arena blanca casi vírgenes donde se puede practicar el shelling o, lo que viene a ser lo mismo, coger pechinas en medio de gaviotas y de pelícanos que se lanzan al agua a capturar peces.

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Además de playas, Sanibel cuenta con el JN Ding Darling National Wildlife Refuge, bordeado por una carretera de siete kilómetros desde donde se pueden observar aves marinas, cangrejos y, si hay suerte, algún caimán en auténticos manglares y lagunas.

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Con tantos kilómetros a nuestras espaldas llevamos días sin hacer una comida en condiciones, nada más que picnics rápidos, algún McDonald’s, ensaladas o comidas preparadas que calentamos en los microondas de los hoteles. Aprovechando la hora de la comida en Sanibel hemos parado a comer en un local un tanto excentrico con una decoración muy surfera, a juego con la zona. En la misma Periwinkle Way, se encuentra el Lazy Flamingo: hamburguesas, sandwiches, nuggets, enormes ensaldas y mussels con una salsa de tomate un tanto fuerte, son algunos de los platos de la carta. Correcto, sin mucho más que añadir.

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Siguiendo dirección sur hasta Naples y aquí cogiendo la Tamiami Trail (Hwy41) se bordea por el sur el Big Cipress National Preserve y por el norte el Everglades National Park, nuestro próximo destino.

Para acceder al parque hay varias zonas dependiendo desde donde nos acerquemos, nosotros entramos por la del Gulf Coast a escasos metros de Everglades City. Aquí hacemos noche.

Llegamos a la población y la sensación que nos envuelve es de máxima soledad, parece una ciudad fantasma, nadie por las calles, los centros de información turística, las oficinas de alquiler de barcos y airboats cerradas a cal y canto. Sabemos que es temporada baja, pero ¿tanto? Llego a pensar que han evacuado la zona por el huracán y no nos hemos enterado de nada. No puedo negar que me da algo de miedo.

Aprovechamos la tarde para organizar el día de mañana, ver precios y horarios para entrar a los Everglades, comprar algo en la única tienda del pueblo abierta y para descansar en la maravillosa casa de madera de Rebecca desde donde, al anochecer, podemos ver un cielo estrellado en medio de las palmeras. La visión es alucinante. Parece mentira que se prevea una depresión tropical… El huracán Gastón parece que se ha desviado, por ahora, según las últimas informaciones recibidas.

Lunes 29 de agosto

Hay varias maneras de poder ver los Everglades, lo que parece claro es que hay que introducirse en ellos para hacerse una idea del maravilloso ecosistema que hay en su interior. Existen caminos para hacer con bici o caminando (en época de lluvias no muy accesibles ni muy recomendables), canales que cruzan manglares para hacer con kayacs o canoas (un poco de yuyu ante la presencia de serpiente venenosas, arañas con veneno mortal o majestuosos caimanes que deambulan a sus anchas… quizás sea la opción más maravillosa de todas pero si no eres muy diestro con estas embarcaciones… no se yo…), con grandes embarcaciones turísticas (más económicas pero no se adentran en los manglares, se ciñen a la zona de las 10.000 Islands), con hidroplanos (carísimos y ruidosos) o con pequeñas embarcaciones de recreo a un precio medio (50$ aprox por persona) y que circulan por medio de los manglares desde donde se observa en todo su esplendor este vulnerable hábitat salvaje. El circuito dura casi dos horas y, aunque las probabilidades no son del 100%, se pueden ver de cerca, además de los animales nombrados, delfines que se acercan a alimentarse a esta zona, garzas reales y otros tipos de aves y manatíes, éstos últimos no son tan exhibicionistas y cuesta verlos.

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Siguiendo la Tamiami Trail dirección Miami una enorme y tenebrosa nube empieza a tapar el cielo azul. Se acerca la tormenta, lo que nos impide adentrarnos por el Florida National Scenic Trail un sendero circular sin asfaltar que se introduce por el Big Cipress National Preserve. El agua de los manglares podría crecer e inundar el camino en cuestión de segundos, es preferible no aventurarse demasiado.

A medida que la carretera se acerca a Miami, la oferta de excursiones con hidroplanos va creciendo, pero con estas lluvias la mayoría van a estar atracados en los muelles sin poder salir, al menos por hoy.

Justo antes de entrar a la ciudad, cuando la Hwy 41 se convierte en la Sw 8th St, en el 16400, se encuentra el Pit BBQ, un restaurante al más puro estilo country con comida fusión americana y latina, donde destacan los platos a base de caimán y ranas. Nosotros no somos tan atrevidos y preferimos una brocheta de camarones al grill, deliciosa, unas costillas de cerdo, para el más carnívoros, y una super hamburguesa, para la más tradicional.

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Aún bajo la tormenta nos dirigimos aún más al sur, pasaremos un par de noches en los Cayos de Florida, destino de sol y playa, pero con promesa de tormentas tropicales.

Los Cayos o Keys son una serie de islas encadenadas que hasta 1912, fecha en la que se acabó el ferrocarril que las conectaría, solo eran accesibles en barco. La vía y sus puentes quedaron destruidos, en 1935, por un fuerte huracán pero en 1938 se aprovecharon algunas estructuras para construir la Overseas Hwy. Ahora sus dos orillas, la de la bahía y la del océano, están plagadas de hoteles, complejos y villas que hacen muy poco accesibles sus playas. Solo algunos parques naturales y unas pocas playas a lo largo de todas las islas son de acceso no restringido, es por ello que la entrada a los Cayos por Key Largo puede resultar un tanto decepcionante y si, además el clima no acompaña, la decepción puede ser aún mayor. Si bien es cierto que a medida que avanza la carretera, las construcciones disminuyen y el verde esmeralda de las aguas va en aumento.

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Llegamos a nuestro hotel en Long Key en medio de una lluvia intermitente y unas nubes amenazantes que de tanto en tanto filtran algún rayo de sol dejando una luz de atardecer preciosa.

El Lime Tree Bay Resort, es un pequeño complejo hotelero con vistas a la bahía, piscina y zonas exteriores con hamacas. Las habitaciones, tipo apartamento, son muy espaciosas, el problema es que la nuestra queda un poco retirada del complejo. Es el problema de viajar modestamente, las habitaciones más baratas no suelen ser las mejores ni tener las mejores vistas.

Martes 30 de agosto

El día amanece gris, no parece una tormenta tropical más bien un chiribiri continuo, seguramente nuestro baño en alguna playa de los Cayos tendrá que anularse.

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La visita a Sombrero Beach, en la milla 50 de Marathon Key, es solo para hacer unas fotos. Se está levantando un fuerte viento.

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Seguimos hasta la milla 0, en Key West, atravesando todas las islas que conforman este paradisiaco lugar por puentes y carreteras limitadas por aguas color jade y palmeras.

Key West o Cayo Hueso, es la última población y la más meridional de todo EEUU. Población excéntrica donde las haya, gay-friendly y hippie, es el alma de los Cayos. Llena de villas caribeñas y vendedores de cocos que conviven con bares, la mayoría de ellos ubicados en Duval St, hacen de esta población una visita ineludible.

Poco puedo decir de sus playas, dicen que de las mejores, porque el fuerte oleaje y las rachas de viento que soplan, han inundado las arenas blancas, dandole un aire amenazador pero sumamente interesante.

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Volvemos al hotel por la misma carretera, no hay otra, y pasamos lo que queda de tarde en la piscina del complejo con vistas a la bahía. Aprovecho el momento de relax para escribir un rato, es de los pocos momentos tranquilos que tenemos en el viaje y de vez en cuando se agradece no tener nada que hacer, solo disfrutar del paisaje y relajarse en un jacuzzi de aguas calientes.

Long Key es una zona bastante despoblada, solo hay un restaurante y está justo al lado del resort. Por suerte para nosotros las valoraciones en Tripadvisor son muy buenas y la cena en la terraza con una tenue luz de pequeñas lámparas es el segundo placer del día. El restaurante Acquapazza regentado por un italiano y una española, ofrece una pasta al vodka exquisita, unas buenas pizzas y el pescado con un ligero rebozado de coco y cocinado con mango y piña natural, una exquisitez que le da un toque tropical acorde con el lugar.

Para acabar el día, un tercer placer, no hay dos sin tres, momento de relax viendo las estrellas y el mar tumbados en las hamacas de orilla de la bahía. Podríamos habernos quedados dormidos los tres en este fantástico lugar.


Archivado en: Costa Este, EEUU Tagged: Cayos de Florida, Costa de Florida, Costa Este, Everglades, Florida, ruta por la costa Este, Sanibel, Usa, viajar con niños
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