Dice mi santo - que, en esto, no deja de ser un hombre - que el final de Titanic es absurdo. Que si él hubiera sido Jack ni de coña hubiera dejado que Rose se quedara sola con el trozo de madera, que se habría subido también. Faltaría más. Que no hay un sólo varón que haya visto Titanic que no piense que el tal Jack es un gilipollas.
Pero mi santo, aunque es muy bueno, de original tiene lo que el vocabulario del Correcaminos. Y esto de lo del Titanic ya se le había ocurrido a otros. Vean, si no, posiciones en plan Kamasutra titanesco sobre la tabla. Hay que ver la de tiempo que tiene la gente.
La explicación física de por qué no se subió Jack a la tabla nos la cuentan muy bien aquí. Pero en eso secundo a mi media naranja. Tú te estás tullendo de frío en el mar con una chica que, después de todo, es un rollo de verano y ¿te quedas en el mar porque físicamente está demostrado que las posibilidades de supervivencia son menores? Ni de coña. Quien vería a mi santo.
- Hala, Jomeini, arrímate, que voy.
Pero cuando hablando del tema - benditas vacaciones que permiten temas absurdos- le hicimos notar ese pequeño detalle a nuestro amigo Luigi, él echó por tierra toda la física:
- No te preocupes - me dijo - Tú eres más flotable.
Todavía estoy pensando en qué responderle.Que seguro que no era un piropo. Mecagoentó.