En 1969, la misión de enviar a la Luna la nave espacial Apolo 11, la primera ocupada con pasajeros humanos que planea posarse en el satélite y luego regresar a la Tierra, peligra por falta de presupuesto. La NASA contrata a una experta en publicidad y relaciones públicas para convertir a los astronautas en estrellas y convencer a la opinión pública y a los políticos que deben votar a favor del proyecto de la importancia del mismo.
Fly me to the moon, cuyo título sale de un éxito de la música popular romántica de los años 50 interpretado por Frank Sinatra, intenta recuperar el sabor optimista de las comedias del Hollywood clásico además de lanzar un mensaje patriótico y nacionalista. Ahora que la política internacional parece estar resucitando la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, nada mejor que una película que recuerde el principal hito propagandístico a lo largo de más de cuatro décadas de enfrentamiento entre la mayor potencia mundial y la entonces Unión Soviética, la llegada de seres humanos a la Luna en 1969, y en la que el triunfo norteamericano se ve reforzado con un relato de David contra Goliat, que es uno de los mitos más habituales a los que recurre el American Dream: el triunfo de ciudadanos anónimos y de la verdad contra la maquinaria del poder y los intentos de manipulación de la opinión pública.
El sencillo y clásico esquema narrativo de la película es el de una comedia romántica de dos personajes opuestos que empiezan detestándose y que desde el principio sabemos que se acabarán atrayendo; el contraste entre una buscavidas que no siempre se ha podido permitir jugar limpio y un buen chico cuadriculado que sigue las normas y nunca ha roto un plato, una publicista que no sabe nada de física ni del espacio y un científico que vive en sus fórmulas matemáticas y su burbuja y desconoce como llegar a la gente de la calle y venderles su proyecto. Estos dos caracteres dispares se verán unidos por una causa común contra el villano de la historia, el representante del poder del sistema. Como ya es habitual desde hace años, los roles de género se han intercambiado con respecto a los modelos tradicionales y ahora es la chica la caradura que le quita la naftalina al chico, que es el estrecho que se pasa en su rigidez en el cumplimiento de las normas.
Probablemente este es el tipo de películas que Hollywood ha tenido abandonadas desde comienzos de siglo y que debe empezar a recuperar para proponer alternativas ante el declive del cine de superhéroes, de las sagas basadas en novelas populares, de las secuelas, precuelas y reboots de éxitos de hace dos, tres o cuatro décadas, y en general del monopolio del cine fantástico de acción, aventura y efectos especiales, un modelo de negocio que, después de más de veinte años de insistencia en lo mismo, parece estar más que agotado. La vuelta a historias basadas en el glamour de actores con carisma, a películas de presupuesto medio y a géneros de gran tirón entre el público, como en este caso la comedia romántica, podría ser lo que la industria del cine necesita, o al menos este modelo parece ser el propuesto por Fly me to the moon.Ahora bien, nos encontramos ante una comedia que prácticamente no tiene gags, una historia romántica con menos romance, menos besos y más puritanismo que en los tiempos más duros del Código Hays de censura, un metraje muy dilatado para una historia sin tensión cuyo final conocemos más que de sobra, y una pareja protagonista sin química, puesto que Channing Tatum, intérprete totalmente carente de cualquier habilidad dramática distinta de quitarse la camiseta y lucir musculatura, desconoce tal concepto. Scarlett Johansson, productora ejecutiva del film, ha cumplido con el cliché de las estrellas que se meten a productores y solo se ha preocupado del potenciamiento de su personaje en detrimento del conjunto de la película.
El buen trabajo del artesano que ha dirigido el film, Greg Berlanti, responsable hasta ahora de comedias de mediano calibre, consigue mantener el interés de un guion carente de giros, de sorpresas y de tensión, ya sea dramática o romántica, y lograr un producto resultón dentro de su total intrascendencia.
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- ##check## Lo bueno
- La producción y la dirección, convencionales pero resultonas.
- ##times## Lo malo
- Channing Tatum y su total falta de carisma y de capacidad dramática.
Un metraje muy largo para una historia que nos conocemos desde el principio.
Una comedia romántica prácticamente sin comedia y sin romance.
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- Dirección 6.0
- Greg Berlanti se muestra un artesano eficaz capaz de planificar bien las escenas y de sacar adelante un proyecto a partir de un guion poco desarrollado.
- Intérpretes 5.0
- Scarlett Johansson, en su labor como productora, se ha dedicado a potenciar su personaje en detrimento del resto de la película y de sus compañeros. Woody Harrelson intenta hacer lo que puede con un personaje de villano sin ningún desarrollo. La peor estatua de cualquier jardín tiene más expresividad y carisma que Channing Tatum.
- Guion 4.0
- Desarrollo de personajes muy básico en una trama sin ninguna sorpresa ni giro dentro de una historia cuyo final todos conocemos. Una comedia romántica sin gags y sin romance.
- Ritmo y Montaje 5.0
- Metraje muy largo para una historia que nos conocemos desde el principio. Ninguna escena desentona pero tampoco ninguna escena consigue destacar ni brillar. No hay ningún punto álgido en la película..
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- Puntuación Total 5.5 / 10





