Revista Libros
Escritor: John Maxwell Coetzee
"Me pregunto si los historiadores de la condición de náufrago no habrán contado todos una buena sarta de mentiras"
Daniel Defoe fue el escritor que creó las aventuras de Robinson Crusoe, el náufrago que vivió 28 años solo en una isla, y que en ese aislamiento, tuvo una existencia, sin embargo, llena de aventuras. Ya se sabe que las cosas imaginadas son muy diferentes a lo que luego deben ser en la realidad.
Foe no es otra cosa que el apellido auténtico del escritor de Robinson Crusoe, antes de que él mismo cambiara Foe, por un Defoe, mucho más aristocrático. Creo que Coetzee titula este libro con el nombre de aquel escritor, porque es de la mano del artista, el que se pueda revestir de aventura, lo que en realidad tuvo que ser monótono, repetitivo y carente de todo aliciente, en un estado de aislamiento total. Es el escritor de historias, el que llena en la ficción con su imaginación creadora, los sin-sentido de una vida, algo que por otra parte, si no fuese así, la ficción no soportaría.
Así que en esta historia también tenemos a un Robinson, aunque en vez de Crusoe, es Cruso; hay un Viernes también, el esclavo rescatado; e introduce a una mujer de apellido muy aventurero, Sara Burton, que va a ser el personaje-intruso de la historia, la que se pregunta, la que busca al escritor que cuente la historia, la que en ese sin-sentido, busca perdurar, la Musa que por las noches inspiraba a los poetas en su espíritu creador, en tiempos de la mitología.
En esta versión de Coetzee del mito de Robinson Crusoe, los personajes también serán rescatados, y ya en el mundo civilizado, algunos se crearán sus propias islas, y es que ya dijo Cruso, una vez: “el mundo está lleno de islas”, y algo peor también dijo, “que no todo aquel que lleva la marca del naufragio se siente náufrago en el fondo de su corazón”. Pero en estas islas, hay un peligro, algo que Cruso nunca mencionó: “el verdadero peligro de la vida en una isla", ya sea la del océano o la que nosotros nos hacemos, "es el peligro de dejarse vencer por el sueño”, el peligro de morir de tedio.
He encontrado el libro algo surrealista, y simbólico, pero al mismo tiempo poético, sobre todo en la última escena. Me ha parecido ver a personajes perdidos, sin rumbo, en constante búsqueda, juntos pero aislados, las relaciones amo-esclavo que aniquilan voluntades también presentes, y en todos una comunicación insuficiente que no consigue hacerte escapar, aunque sea por un tiempo, de la soledad innata del ser humano, o como diría Erich Fromm de su conciencia de separatidad. A mí me ha recordado muchísimo Foe, al libro de Samuel Beckett : “Esperando a Godot”.
“¿No debiera considerar a Robinson Cruso un héroe que tras desafiar el aislamiento y dar muerte al monstruo de la soledad, había salido fortalecido con su victoria? Pero en realidad, un Cruso rescatado supondría para el mundo una amarga decepción”.