Una vez más, y esta vez referida a España, el FMI se ha despachado a gusto con un paquete de medidas que, de ponerlas en práctica, el país, como todos los que han hecho caso al FMI, se iría a lo que soltamos por el trasero cuando nos sentamos en la taza del wáter.
La forma de actuar del FMI solo admite una conclusión: son idiotas perdidos. Mantienen desde tiempo inmemorial un paquete estándar de medidas que no han tenido éxito ni una sola vez y cuya lista de fracasos estrepitosos es larga y cubre todos los continentes, con la última incorporación de las medidas estúpidas Merkel-U.E.. Para hacer mayor el homenaje a su idiotez en enero 2013 Olivier Blanchart, economista jefe del FMI reconoció que las medidas habían fracasado en Europa porque desestimaron el impacto de la austeridad sobre la situación económica, pero ni ellos ni Merkel-U.E. han variado las medidas estúpidas de manera significativa, se equivocan por idiotez y cuando se dan cuenta del error continúan como si tal cosa porque por algo son idiotas.
Pero todo esto es lo que se ve, la apariencia, pero la realidad es mucho más grave y siniestra. No dudo que entre los hombres importantes del FMI hay probablemente más de un idiota, pero lo que les mueve no es la idiotez sino alcanzar su verdadero objetivo que no es otro que cumplir con su función dentro del plan de imposición del liberalismo salvaje y furibundo y la desregulación económica en todo el mundo, y en consecuencia el solucionar los problemas financieros de los países en que intervienen no les preocupa en absoluto, porque su objetivo real es disminuir en todo lo posible la intervención del Estado en la economía hasta prácticamente hacerlo desaparecer de la actividad económica del país.
Para cumplir con su función real y oculta el FMI se dota en primer lugar de un director general que sea un político conocido, con experiencia, nulos escrúpulos y probada deshonestidad, como sus tres últimos jefes, Rodrigo Rato, que salió del FMI de manera misteriosa y se le han descubierto varios pasteles desde entonces, Dominique Strauss-Khan, cuyo deporte favorito era perseguir camareras de hotel y Christine Lagarde, que dejó un rastro judicial en Francia que todavía persiste.
Desde los años 80 con Ronald Reagan y Maggie Thatcher, los grandes grupos financieros y multinacionales han impuesto en todo el mundo el liberalismo salvaje, que como había ocurrido ya a principios del siglo XX y en 1929 nos llevó a una catastrófica crisis económica, pero al contrario que en las dos veces anteriores se ha llevado la desregulación a extremos de total irresponsabilidad, y para salir de la crisis no se ha frenado el camino hacia la desregulación total sino que, salvadas cuatro normas cuya supresión habían llevado al mundo claramente al desastre como la que establece el porcentaje mínimo de fondos propios de la banca, se ha continuado por el camino de la desregulación salvaje hasta límites que muy pocos conocen y que suponen la práctica desaparición del papel del Estado en la actividad económica. Este camino a la locura económica se inició en USA, la U.E. se adhirió a ella con entusiasmo especialmente desde el desgraciado día en que apareció Angela Merkel, y para empeorar mucho las cosas los países emergentes también se apuntaron a la barbaridad añadiéndole el acicate de la globalización, y para empeorar todavía más las cosas los principales emergentes, China e India, que ya han alcanzado hace tiempo niveles elevados de desarrollo industrial y económico, mantienen intactas sus estructuras sociales con unas clases altas sumamente ricas y poderosas y una clase obrera remunerada a niveles ínfimos, lo que obliga a los países occidentales a mejorar su competitividad por la vía de los recortes salariales y sociales.
No es ninguna casualidad que precisamente el paquete de medidas que desde entonces ha sido el instrumento único del FMI empezase a aplicarse al tiempo que se iniciaba esta conquista del mundo por el liberalismo furibundo, con los primeros fracasos del FMI muy sonados y estrepitosos en el cono sur de América.
Las normas que proponen FMI o Merkel-U.E. siempre se centran en subir el IVA, el impuesto indirecto por excelencia, el más injusto, el preferido del liberalismo salvaje, y el que no afecta directamente a los beneficios, pero sobre todo en recortar prestaciones sociales y cualquier tipo de gasto público que repercuta en la ciudadanía, pensiones, vivienda, etc. mientras pasan de largo de los problemas estructurales de algunos países, como el desmadre fiscal griego o la desastrosa Administración Pública española, simplemente porque el ayudar a solucionarlos no les aporta nada para conseguir sus verdaderos objetivos.
Si esta locura continua el mundo cada vez se apartará más del capitalismo civilizado y regresará a la edad media con solo dos clases sociales, los muy ricos y los muy pobres, aunque no creo que nunca lleguemos a ese punto porque antes se habrá producido la rebelión de los que no se conforman con ser desheredados porque un grupo de políticos locos y muy bien pagados lo decidieron.