Pareciera súper masoquista decirlo, pero es tan necesario vivir el dolor. Sentirlo en carne propia, sufrirlo, llorarlo con hipo, llorarlo desde la guata, porque solamente desde ahí, desde ese malestar puedes en verdad, se puede avanzar. Y yo siento que he crecido tanto, al punto de sentirme bendecida de haber terminado esa relación (independiente de quién haya puesto el punto final).Hoy me siento mejor persona, me siento muy feliz conmigo misma y con mi relación con los otros, me siento fortalecida, aun cuando sé que hay muuucho todavía por reparar, siento que no tengo miedos y que si los tengo ya no me inmovilizan, siento que quiero hacer un montón de cosas, que mi cabeza no para de crear e imaginar, me siento tranquila, me siento en paz conmigo misma, ¿y saben? También con él. No lo odio, no lo quiero, no nada. No me provocan sus recuerdos, no me provoca saber de su vida. DioR, ¡soy otra! Creo que en parte, la clave de este éxito es que aprendí a bancarme el dolor, lo soporté, pero por sobretodo, fortalecí mi mundo interior. ¡No hay más! Ese el dato..."Fortalece tu mundo interior, vive el dolor, por terrible que sea, y dédicate a pensar en bonito"¿Por qué?
- Porque cuando tienes vida propia y no eres un parasito del otro, si él otro está o no está, no es un problema. Tienes ciento de cosas que hacer y en qué pensar.
- Porque el dolor no daña, construye.
- Porque el lenguaje genera realidad y tarde o temprano las cosas llegan, siempre cuando las hayas deseado mucho y te hayas dedicado a ti y avanzar, no ha quedarse estancada.