Forges

No suele ser el Sr. Fraguas, con su sectarismo proverbial cada vez que publica en El País (no muerdas la mano que te da de comer) especial santo de mi devoción; al contrario cuando sus viñetas aparecen en diferentes medios con menos carga política. Sin embargo, en este caso, acierta plenamente mezclando las circunstancias indignantes, que bien podrían comprender a todos los asentados en diferentes plazas de nuestra geografía, con la escasa talla de nuestros líderes políticos. Que Zapatero ha resultado un desastre para la economía tanto por sus improvisaciones como por la compra de votos a golpe de talonario público, junto con la crisis internacional, es algo que no se escapa a nadie; que Rajoy llegue a ser mejor presidente que el leonés errante, resulta más que probable, pero ninguno de los dos, sobre todo el gallego, se caracterizan por su madera de líderes. Y, efectivamente, dedican más tiempo a denostar al rival político que a proponer soluciones capaces de sacar a esta España nuestra de la profunda crisis en la que se encuentra sumida. González, Suárez, incluso el denostado Aznar, demostraron siempre una personalidad propia y acorde con el cargo que alcanzaron. Las pausas en los discursos de D. José Luis y ese peculiar carácter de D. Mariano que nos impide adivinar si sube o baja la escalera, no son elementos contributivos a la tranquilidad de los gobernados, y eso, no es bueno. Cuando uno acude a su médico, es más importante la confianza que la capacidad científica del galeno; no creer en nuestros líderes, pone el barco a la deriva, y la nave, además, lleva dos o tres años haciendo aguas. En este Gijón del alma, existe un término “playu”(*) para referirse a los buques desgobernados: “Debalu”. Bien podemos decir que la vieja piel de toro, cansada y disputada por dos políticos que no dan la talla, navega al debalu. Una pena.

(*)Playu es el término habitual en Gijón para referirse a los oriundos o característico de Cimadevilla, el barrio antiguo de la ciudad.