Si
buscamos en el diccionario la definición de formar nos encontraremos con las
siguientes acepciones:
- Dar
forma a algo.
- Juntar
y congregar personas o cosas, uniéndolas entre sí para que hagan aquéllas un
cuerpo y éstas un todo.
- Criar,
educar, adiestrar.
Si, a continuación, buscamos formación nos aparecerá lo
siguiente:
- Acción
y efecto de formar o formarse.
Probablemente,
para lo que nos ocupa la definición de “criar, educar, adiestrar” sea la más
próxima.
En
las últimas décadas los modelos formativos que hemos utilizado las
organizaciones han ido variando desde los formatos más presenciales (en aula)
hasta los centrados en las herramientas virtuales (online). Este abanico es,
en realidad, muy muy amplio y las variaciones sobre el mismo casi infinitas.
La
mezcla de formatos ha sido también una constante (hablamos habitualmente del
concepto de “blended”) porque la experiencia nos ha demostrado que esa mezcla
produce mejores resultados.
Las
actuaciones, programas, y/o itinerarios formativos han estado centrados, a su
vez, en aspectos más bien técnicos … o en habilidades. En este espectro también
los grados intermedios son muy numerosos.
La
mayoría de estas actuaciones formativas, por último, han estado centradas bien
en desarrollar las diferentes líneas de negocio de la compañía o, por otro
lado, los perfiles de los profesionales para que estén más adaptados a las
necesidades que la compañía tiene.
La
formación, por tanto, es una herramienta al servicio del desarrollo de las
organizaciones.
Los
modelos actuales de las organizaciones han ido cambiando sustancialmente a lo
largo de las últimas décadas o, si se prefiere, a lo largo de la última década.
La crisis (no sólo económica) ha propiciado que nos re-planteemos muchos de los
hasta ahora paradigmas.
Con
carácter general, la necesidad de adaptarnos a las nuevas y cambiantes
situaciones hace que todos los ejes de la estrategia de la organización,
incluyendo la formación, deban estar alineados para obtener los frutos
necesarios.
Las
organizaciones hemos de transformarnos para estar a la altura de las
circunstancias (léase que no estar a la altura, en estos momentos, supone la
práctica desaparición de la compañía).
¿Y
es la formación una buena palanca para transformar las organizaciones? Pues la
respuesta tiene que ser necesariamente afirmativa … si bien esto no quiere
decir que en estos momentos la formación permita esa transformación.
Aún
estamos muy anclados en unos modelos formativos que, siendo útiles en el
pasado, no lo son tanto en el presente.
Pensamos todavía mucho en cómo adaptar
las personas al puesto … y no tanto en cómo hacerlas crecer, pensamos todavía
mucho en habilidades … y no tanto en valores y comportamientos, pensamos
todavía mucho en carreras profesionales … y no tanto en desarrollo horizontal,
pensamos todavía mucho en dirigir a los profesionales … y no tanto en que ellos
sean los responsables de sus propios progresos, pensamos todavía mucho en ligar
la formación a la consecución de los objetivos de negocio (lo cual está muy
bien, dicho sea de paso) y no tanto en implantar modelos que nos garanticen
esos resultados comerciales en el futuro, pensamos todavía mucho en que es
mejor que nuestra gente sea pragmática e implementadora … y no tanto en que
piense a dónde va la compañía, …
Sin
duda aún nos queda un camino por recorrer y los profesionales de la formación
hemos de seguir trabajando y mejorando para hacer realidad el que la formación
sea una herramienta estratégica para la transformación.
Revista Empresa
Si
buscamos en el diccionario la definición de formar nos encontraremos con las
siguientes acepciones:
- Dar
forma a algo.
- Juntar
y congregar personas o cosas, uniéndolas entre sí para que hagan aquéllas un
cuerpo y éstas un todo.
- Criar,
educar, adiestrar.
Si, a continuación, buscamos formación nos aparecerá lo
siguiente:
- Acción
y efecto de formar o formarse.
Probablemente,
para lo que nos ocupa la definición de “criar, educar, adiestrar” sea la más
próxima.
En
las últimas décadas los modelos formativos que hemos utilizado las
organizaciones han ido variando desde los formatos más presenciales (en aula)
hasta los centrados en las herramientas virtuales (online). Este abanico es,
en realidad, muy muy amplio y las variaciones sobre el mismo casi infinitas.
La
mezcla de formatos ha sido también una constante (hablamos habitualmente del
concepto de “blended”) porque la experiencia nos ha demostrado que esa mezcla
produce mejores resultados.
Las
actuaciones, programas, y/o itinerarios formativos han estado centrados, a su
vez, en aspectos más bien técnicos … o en habilidades. En este espectro también
los grados intermedios son muy numerosos.
La
mayoría de estas actuaciones formativas, por último, han estado centradas bien
en desarrollar las diferentes líneas de negocio de la compañía o, por otro
lado, los perfiles de los profesionales para que estén más adaptados a las
necesidades que la compañía tiene.
La
formación, por tanto, es una herramienta al servicio del desarrollo de las
organizaciones.
Los
modelos actuales de las organizaciones han ido cambiando sustancialmente a lo
largo de las últimas décadas o, si se prefiere, a lo largo de la última década.
La crisis (no sólo económica) ha propiciado que nos re-planteemos muchos de los
hasta ahora paradigmas.
Con
carácter general, la necesidad de adaptarnos a las nuevas y cambiantes
situaciones hace que todos los ejes de la estrategia de la organización,
incluyendo la formación, deban estar alineados para obtener los frutos
necesarios.
Las
organizaciones hemos de transformarnos para estar a la altura de las
circunstancias (léase que no estar a la altura, en estos momentos, supone la
práctica desaparición de la compañía).
¿Y
es la formación una buena palanca para transformar las organizaciones? Pues la
respuesta tiene que ser necesariamente afirmativa … si bien esto no quiere
decir que en estos momentos la formación permita esa transformación.
Aún
estamos muy anclados en unos modelos formativos que, siendo útiles en el
pasado, no lo son tanto en el presente.
Pensamos todavía mucho en cómo adaptar
las personas al puesto … y no tanto en cómo hacerlas crecer, pensamos todavía
mucho en habilidades … y no tanto en valores y comportamientos, pensamos
todavía mucho en carreras profesionales … y no tanto en desarrollo horizontal,
pensamos todavía mucho en dirigir a los profesionales … y no tanto en que ellos
sean los responsables de sus propios progresos, pensamos todavía mucho en ligar
la formación a la consecución de los objetivos de negocio (lo cual está muy
bien, dicho sea de paso) y no tanto en implantar modelos que nos garanticen
esos resultados comerciales en el futuro, pensamos todavía mucho en que es
mejor que nuestra gente sea pragmática e implementadora … y no tanto en que
piense a dónde va la compañía, …
Sin
duda aún nos queda un camino por recorrer y los profesionales de la formación
hemos de seguir trabajando y mejorando para hacer realidad el que la formación
sea una herramienta estratégica para la transformación.
