Revista Opinión

Formas de amar II

Publicado el 09 junio 2018 por Carlosgu82

Aún recuerdo esa primera mirada, recuerdo ese escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, y siento que estoy ahí, parada, con el corazón latiéndome a mil por hora, sabiendo que por fin le iba a ver cara a cara.

Quería irme, salir corriendo, esconderme, porque de alguna manera no estaba segura de que sería suficiente para el.

El fue mi primer amor, yo sólo tenía trece años, el era algo mayor, podría haberse fijado en cualquier otra chica, pero se fijo en mi, y yo, esa yo tan acomplejada que solía ser, quedo embobada ante tanta atención por su parte.

Después de ese primer encuentro, de ese primer día empezó mi tormento. Parecía que todo el mundo quería separarnos, No entendían que el amor no sabe de edades, y es que yo aún no entendía que hay edades que no saben de amor.

Algo tenía claro, lucharía por el, porque para mí el era el amor de mi vida, no podía dejarlo ir, no podía perder ese tren.

Aún recuerdo nuestro primer beso, lo recuerdo como pocos, allí estaba el, al otro lado de esa ventana, diciéndome que me quería, podía verme a mi misma en el reflejo de sus ojos, sentía que todo el cuerpo me temblaba, no podía hablar, sentía algo muy grande por el, algo muy grande para una chica de trece años, hubiera hecho lo que fuera por estar con el.

Cruzó la ventana y me agarró de la cintura, me beso, nos besamos, nos tocamos como quien intenta que dos sustancias se mezclen hasta ser una, no podía parar de temblar, nuestros labios se mezclaban con mis lágrimas, no era un beso cualquiera, era el beso de dos enamorados, dos enamorados que llevaban meses luchando por amarse sin tener éxito, era un beso deseado, esperado, ansiado. No sabíamos si volveríamos a tenernos tan cerca, no sabíamos si volveríamos a vernos, solo sabíamos que estábamos ahí, cerca, abrazados, amándonos como nunca habíamos amado a nadie.

Le necesitaba, todos los días que no le podía ver, le necesitaba, le extrañaba cada hora que no podía pasar con el, le añore durante meses, intentando mantenerlo vivo en mis recuerdos, reviviendo una y otra vez cada beso, leyendo cada una de las cartas que me enviaba. Lo intente, durante dos años lo intentamos, me escapaba para poder pasar una tarde con el, aprovechamos el más mínimo minuto para estar juntos, nos llamábamos a escondidas, nos besábamos a escondidas, nos veíamos a escondidas, nos amábamos en silencio, a escondidas, como si fuéramos criminales.

El terminó cansándose, apareció aquella chica, aquella a quien podía besar sin esconderse, aquella a quien podía ver, a quien podía llamar sin sentir que estaba cometiendo un delito, encontró una familia que le quería, y se fue. No le culpo, de verdad, nunca podré culparle, sería injusto, se mantuvo a mi lado durante años, se quedó ahí esperando, pero se cansó, y lo entendí, me dolió, muchísimo, como pocas cosas me han dolido, lloré durante semanas, me sentí perdida, rota, impotente, pero le sentí libre, feliz.

Se que quedé en alguna parte de su corazón, el quedó marcado en el mío, no fuecualquier amor, fue el primero, el más importante, el más catastrófico, el que más me enseñó, después de él siempre estuve preparada para cualquier cosa.


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