Cuando me planteo reconvertir este blog a una columna semanal sobre Fórmula 1 lo hago como parte de un proceso de búsqueda. He disfrutado mucho de este deporte y a veces tengo mis dudas si este boom en el que vivimos desde que Fernando Alonso empezó a ganar con un Renault y que tanto bien le ha hecho al deporte del motor en nuestro país no habrá tenido también su contrapartida. Sí, todo el seguimiento y la popularidad ha estado bien, de ser un deporte casi desconocido ha pasado a las portadas, pero también es cierto que carentes como estábamos de tradición automovilística, el análisis que encuentro la mayoría de las veces en prensa y televisión me parece muy heredado de esa visión tan 'futbolera' que es casi la única con la que se sabe mirar al mundo del deporte. Pero la Fórmula 1 es mucho más, y como no termino de encontrarlo he decidido buscarlo en estas líneas.
Así que vaya para futboleros esta explicación. Messi es un grandísimo jugador. Sus diabluras son desequilibrantes como pocas se han visto sobre un terreno de juego. Tanto, que hasta un madridista como yo reconoce disfrutar con ellas. Sin embargo, siempre he creído (y he llegado a echar de menos) en ese otro fútbol de un equipo que suplía sus carencias técnicas con arrojo y descaro; que se plantaba ante un grande sabiendo que no eran tan buenos pero que tenían el secreto para hacerles un estropicio. Ese fútbol encarnado en un defensa central, con melena y cardado setenteros, las medias por los tobillos y bigote; generalmente alemán. Ese central que la primera vez que un Messi quiere hacerles un roto se olvidan del balón y le recuerdan por donde no se pasa. El alemán se llevará una amarilla, pero el argentino tendrá que luchar de ahí en adelante no solo con su pierna resentida sino con su cabeza atormentada por un bigotudo con malas pulgas. La Fórmula 1 que me gusta lleva bigote también.
Reconozco que tengo la batalla perdida, porque ese pilotaje bigotudo está reñido en la mayoría de las ocasiones con una seguridad muy necesaria en un deporte de riesgo como éste. Pero me levanto una y otra vez de la silla con ese piloto que atacado contraataca; con el que milímetro a milímetro le recuerda a su rival lo cerca que está el muro de hormigón y con el rival que le responde que él no lo ve tan lejos; con el que a falta de asfalto está dispuesto a buscar un poco de grip en la hierba. Ésa es la Formula 1 que me gusta y a pesar de DRSs, de locutores que sólo saben pedir sanciones y hablar de lo que se dice a los micros y no al volante; a pesar de quienes quieren que un piloto con un coche menor deje pasar al grande que se juega el mundial; a pesar de todo ello yo todavía le veo el bigote a la Fórmula 1 y utilizaré estas líneas semana a semana para encontrarlo.