Hungría no sería lo mismo sin Fornetti. Durante toda mi estancia estos deliciosos bollos me han acompañado en numerosas ocasiones. Y es que es fácil sucumbir a la tentación.
Fornetti es una franquicia húngara originaria de Kecskemét, ciudad que se encuentra en el centro geográfico del país. Allí se elaboran a diario las masas de estos bollos en una enorme fábrica al pie de la autopista M5 (entre Budapest y Szeged), y son transportadas a los puntos de venta, donde se hornean y venden al público. Hay dulces y salados: desde la clásica napolitana de chocolate a la tradicional kakaos csiga húngara, por ejemplo, pero mis favoritos son los salados: el májas (relleno de paté), el tejfölos-sonkás (de crema agria y taquitos de jamón) y el sajtkrémes (relleno de crema de queso). También hay relleno de tomate especiado tipo pizza llamado twister, otro con una salchicha dentro y algunos más.
Además de los bollos grandes, venden pequeñitos a granel, la mayoría son idénticos a sus hermanos mayores salvo por el tamaño. También hay trozos de pizza.
Clásica tienda de Fornetti take away.
Los precios los hacen bastante atractivos, pues valen unos 180 forint (60 céntimos de euro) cada uno. Las tiendas suelen estar ubicadas en supermercados, zonas comerciales, metro... desprender un olor muy atrayente, especialmente para estómagos vacíos. La mayoría son pequeños puestos donde se compra para llevar.
Entre los húngaros tiene mucha fama. Y es que morder esos bollos recién hechos es todo un placer, bien sea dentro de un tren, tras una larga guardia en el hospital o entre las propias clases de la universidad. Bon Apetit!
Mostrador. Es difícil elegir solo uno.