Editorial Alfaguara. 205 páginas. Edición de 2008. Durante al menos los dos últimos años, los interesados en la literatura nos hemos topado continuamente -en Internet, suplementos culturales, propuestas editoriales…- con el nombre de Agustín Fernández Mallo y su propuesta Nocilla.
Después de haber leído opiniones sobre sus libros a favor y en contra, sentí cierta curiosidad por su escritura, y, aunque procuro no sucumbir a las modas, aprovechando que este libro, Nocilla experience, me lo regalaron por mi último cumpleaños, lo he leído durante la semana pasada.
Según las propias palabras de Fernández Mallo, los valores de este libro, y los de sus seguidores, se basan en su materialización como cúspide de lo moderno. Desplegando sus teorías, Fernández Mallo nos ha llenado los oídos de términos como afterpop, postpoesía… ideas siempre jóvenes, posteriores a algo real o impreciso, una narrativa acorde a los tiempos actuales. Y siguiendo la lógica desprendida de las nuevas tecnologías, sobre todo a raíz del uso de Internet y su captación rápida de la realidad, propone una escritura a saltos o fragmentos.
Lo primero que me gustaría apuntar para hablar de este libro es que el simple concepto de moderno no puede en ningún caso, al menos para mí, equiparse o sustituir al de calidad literaria. Una novela del siglo XIX (estoy pensando en La educación sentimental de Gustave Flaubert) nos puede transmitir mucho más y entroncar perfectamente con el espíritu de nuestra época que algo escrito ayer o incluso que se va a escribir mañana (y por tanto, siguiendo la lógica afterpop, más moderno y mejor).
Una de las primeras reflexiones que me vienen a la cabeza sobre la supuesta modernidad de un libro como Nocilla Experience, es en realidad la sensación de propuesta caduca y avejentada. Remitiéndome simplemente a los libros comentados en este blog, Macedonio Fernández ya practicaba esa idea de fragmentalidad en el Buenos Aires de la década de 1920, como pude comprobar leyendo Una novela que comienza. Aquí Macedonio arrancaba con una novela, lo dejaba, comentaba algo personal, hacía un prólogo sobre una novela inexistente… mareaba al lector llevándole de aquí para allá, le contaba luego un chiste… Leyendo Prisión perpetua de Ricardo Piglia, en un momento del libro comienza a hacer microrrelatos, cambia de escenario, de personajes, hace un aparte, un apunte… esto en la década de 1980.
Fernández Mallo parece dar mucha importancia, también, al hecho de expresarse con metáforas que hagan referencia al mundo de los ordenadores o la televisión. Algo que ya leí de adolescente, cuando era un lector aficionado a la ciencia ficción, en libros como Neuromante de William Gibson, publicado en 1989.
“La vida es como un anuncio de teletienda del que han quitado el producto”, escribe Fernández Mallo desde la modernidad de 2008.
“El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto”, escribe William Gibson desde la modernidad de 1989.
Desmontado el primer supuesto logro del libro, su comentada modernidad, su afteralgo, no nos queda más remedio que analizar simplemente el texto, como un libro más, desprovisto del brillo de ocurrentes teorías que lo sustenten (literatura mutante, literatura de la guerra de las galaxias…)
Al menos un tercio de este libro de 205 páginas no está escrito por Fernández Mallo: copia la voz en off de Apocalipsis Now repetidas veces, fragmentos de un libro llamado El pop después del fin del pop de Pablo Gil, entradas de la Wipikedia… (Se me está ocurriendo, así de repente, crear un movimiento literario nuevo al que llamaré el postafterpop: consiste en escribir una novela en código binario, para centrarme en el lenguaje propio de la informática, 000100111010 etc, y entre medias meter fragmentos de Tolstoi y Joyce, lo completaré con fotocopias de los extractos que me extiende el cajero automático cuando consulto mi saldo, y encima en fosforito la palabra SHIT).
Sobre la parte del libro que sí escribe Fernández Mallo: existen varios personajes, un tipo que vive en una azotea y tiende en las cuerdas de la ropa hojas con teoremas matemáticos, una chica que es paleontóloga y vive en Londres, un percebeiro gallego que compra ordenadores de segunda mano, un hombre que trabaja moviendo una grúa en el puerto de Nueva York, unos tipos que viven en una granja de cerdos en un edificio, unos niños que atraviesan fronteras en la extinta URSS a través de unos túneles, un marine americano en Irak, un tipo que sale a correr…
Los fragmentos de unos personajes se van alternando con los de los otros.
Fernández Mallo cita a Borges cuando habla de sus influencias literarias. Es cierto que se percibe el gusto de Borges por la mezcla de referencias cultas y populares. En la página 74 se habla del proyecto postpoético y en la creación de un libro con partes de otros que parece una idea de Borges. También se siente la lectura de Bolaño sobre la creación de escenas donde aparecen los personajes de F. Mallo, incluso la imitación: ya he dicho que hay un personaje que escribe teorías matemáticas en hojas y las cuelga en las cuerdas de la ropa, como hace el personaje de Amalfitano en 2666. En una nota final F. Mallo hace una aclaración sobre este hecho: nos trascribe un correo que le manda David Torres, donde éste le dice a Mallo que existe en su libro una coincidencia con el de 2666. Y Mallo nos dice que él no había leído ese libro. Es decir Mallo tiene la suerte de tener una coincidencia genial con Bolaño. Aunque también David Torres le podía haber escrito: ey F. Mallo hay un tercio de tu libro que no lo has escrito tú, es de la peli Apocalipsis now, la Wikipedia, y un libro sobre el pop… esto de copiar así directamente debe de molar y ser muy alfterpop y eso. Lo demás son coincidencias geniales.
O David Torres le podía haber escrito en su correo: Ey Fernández Mallo ese tío que sale a correr desde su casa y llega a Alaska ¿no hace lo mismo que Forest Gump? ¿Por qué tener coincidencias geniales con Bolaño mola y con Forest Gump no?
Los personajes de F. Mallo nos muestran su extrañeza ante el mundo: una extrañeza que proviene del azar de un dado en el juego del parchís, y sobre todo derivadas de ideas artísticas, como decorar los chiches pegados al suelo de Londres, o recorrer Estados Unidos en un coche de madera, y esta extrañeza parece un recurso literario de Bolaño, pero F. Mallo se ha olvidado de algo que sí hace Bolaño: éste crea personajes con entidad, con recorrido en el mundo, con heridas, sufrimientos, con vida... Los personajes de Mallo hacen cosas supuestamente poéticas o extrañas pero nunca llegamos a saber por qué. Muchas metáforas sobre la piel y las superficies tiene Mallo, como un juego paródico consigo mismo y su imposibilidad de penetrar más allá de la piel de sus personajes. Al no evolucionar, pronto perdemos el interés por ellos, en realidad nos acaba dando lo mismo que paseen en moto viendo carteles publicitarios, porque ¿para qué lo hacen?
Siendo Mallo físico, supuse que iba a hacer uso de sus conocimientos científicos para crear en el lector un replanteamiento del mundo y la realidad, algo que hablase de una teoría de partículas humana o algo así, y trata de hacerlo, pero siempre de nuevo desde la superficie. Y llegamos aquí a lo que creo que es la clave del movimiento Afterpop: gente como Macedonio F. cuando escribían sus libros vanguardistas lo hacían con una voluntad de juego y de marginalidad, F. Mallo escribe con una voluntad de juego pero no de marginalidad, sino que por el contrario su propuesta y sus intereses son puramente comerciales.
El mercado lo suelo hace periódicamente (yo soy profe de eso, también pasé por la facultad de físicas): un estudio de mercado para ver qué segmento de público no tiene el producto que necesita. El resultado del estudio es el siguiente: existen veinteañeros o treintaañeros que habitualmente no leen, les gustan las películas, los videojuegos, la ropa, y encontrar novedades dentro de la música pop. Las conclusiones del estudio son: tenemos que captar a este público, y, como hacen ahora los publicistas de la televisión con sus anuncios donde fomentan la nostalgia por la infancia perdida de los treintaañeros (los playmovil, el grupo Parchis), F. Mallo con habilidad (esto hay que decirlo) crea un producto para ellos: el concepto nocilla, reconocido por consumidores de música pop, con esa nostalgia infantil de la que hablábamos. El producto no debe de ser demasiado sesudo, o sofisticado, o marginal: se debe deglutir rápido, debe conseguir alguna sonrisa, así se citan a grupos musicales patrios como Astrud, propios de modernos pop, y se elude la introspección filosófica, ¿qué puede hacer sonreír a los treintaañeros pop? Uhhmm, pues hombre un buen chiste de pedos no debe sobrar, y ahí va en la página 92.
Digamos que aquí hay algunas trazas de Borges y trazas del programa televisivo Muchachada nui: el público de la música pop ve este programa y allá va algún guiño, usando términos como “merienda-cena” o “esquijama”.
Y no hay que olvidar otra de las claves del pop: sé original, pero tienes que hablar de amor adolescente, de esas primeras miradas. Y allá va ese marine americano que entra con una cuerda en una casa irakí y se enamora a primera vista de una mujer irakí… y estribillo de nuevo, venga ahora metemos otro trocito de Apocalisis now…
Y yo que estuve por la facultad de Administración y dirección de empresas, y aprobé el examen de estudios de mercado, me digo: adelante postpoéticos, qué hay de malo en mirar al mercado y adaptarse a él. Así triunfaron en los 80 las empresas de coches japonesas con sus técnicas Just in time, y así Zara ha conquistado el mundo. Otra cosa es ¿esto es muy moderno para mí, o lo moderno es un concepto que a mí me interese?, ¿esto me interesa, esto cumple mis expectativas como lector, es decir me habla de una sociedad, de los conflictos del ser humano consigo mismo y el entorno? La respuesta es NO.
Creo que ya se ha caducado el tiempo de mi movimiento postafterpop, y he decidido fundar otro nuevo llamado el afterpostafterpop: consiste en una vuelta a los orígenes (es un poco hippy mi movimiento) dedicarme a leer a Stendhal, Dostoyevski o Flaubert, disfrutar de su creación de personajes y recreación de una época, de la fuerza narrativa de sus historias… disfrutar de ellos y aprender a escribir.
Mi movimiento no es excluyente, se permite citar a Fernández Mallo: “A mí eso de escribir una novela con introducción, nudo y desenlace me parece muy difícil”, y como diría Bolaño “Cuando dices lo que te apetece también tienes que estar dispuesto a escuchar lo que no quieres oír”.
¿Joaquín Reyes, gurú alterpop de Muchachada nui, para cuando un Celebrities con Fernández Mallo?
publicado el 16 febrero a las 13:44
Tienes razón...
publicado el 16 febrero a las 12:57
Hola Paloma. Creo que como Malherido no quiere que se revele su identidad no voy a hacerlo yo. Lo siento. Saludos
publicado el 16 febrero a las 11:01
Por eso me fiaré de tu recomendación, y ya te comentaré qué tal.
Por cierto, no aclaramos la duda¿? El lector malherido es Juan B----a¿? Salud!
publicado el 15 febrero a las 11:37
Hola Paloma: Pues yo creo que lo más significativo de Salinger es "El guardián entre el centeno". El error es creer que es un autor de un solo libro, porque los otros tres están también muy bien. saludos
publicado el 15 febrero a las 11:05
También fue ése mi primer Bolaño¡! Aunque más tarde.. No resta valía a sus textos, claro que no..lo que pasa es que ahora todo el mundo lo nombra como si el sólo hecho de haberlo leído otorgase validez al resto de opiniones sobre cualquier cosa..es una sensación que tengo a veces..
El nuevo artículo también me ha gustado, sobre todo porque tengo que confesar que nunca he leído a Salinger..en cuanto termine lo que tengo, me pongo a ello. Cuál me recomiendas para empezar con él¿?
publicado el 13 febrero a las 16:36
Hola Paloma. Yo a Bolaño lo empecé a leer en 1999, cuando lo leían 4, y ya desde el primer libro suyo que cayó en mi manos, "Estrella distante", me di cuenta de que había topado con algo diferente, y luego leí todo lo suyo. Leí por ejemplo "La pista de hielo" en la edición que ganó el premio de Alcalá de Henares, un libro que debimos leer, hasta que no lo sacó Anagrama, si antes eran 4 ahora 2, y lo mismo podría decir de Consejos... es decir soy un fan de B., casi diría que en plan forofo de fútbol, y lo que está haciendo ahora su agente vendiéndolo no resta para mí un ápice a la valía de sus textos. Esta mañana he escrito el de Salinger, mañana o así lo colgaré. Gracias por el interés.
saludos
publicado el 13 febrero a las 13:53
Ah! Y un saludito también para crisac, que siempre coincidimos por aquí.. :)
publicado el 13 febrero a las 13:53
Espero con ganas los próximos artículos, sobre todo el de Bolaño. Y lo digo con un poco de miedo, porque después de su prostitución a escala mundial, parece el lugar común de muchos seudoescritores con ínfulas de genio, cuando antes se trataba de un íntimo refugio para aquellos que vivimos con el pesar en las entrañas..
Gracias por el blog, no lo conocía y has acertado de lleno. Se convertirá sin duda en una de esas barras a las que acudo en busca de indignación cuando no entiendo alguna metáfora, aunque el camarero me caiga fatal.. Es Juan B-----a¿?jeje Sus comentarios son originales, atrevidos, mordaces y a veces incluso brillantes..en pequeñas dosis mola..aunque amo a quien critica y me aburren quienes alaba y su arrogancia parece no tener límites¡! Puff
publicado el 13 febrero a las 12:21
Hola Crisac: Disculpa por no contestar antes, es que me acabo perdiendo con lo de las etiquetas. Si por postmodernidad entendemos vacío consumista, supongo que el afterpop va bien con esa idea.
saludos
publicado el 13 febrero a las 11:05
De nada, pero no me has contestado! jajaja ;-)