Revista Opinión

Fort con F de Frankenstein

Publicado el 23 febrero 2010 por Gonza_z
Fort con F de FrankensteinLa televisión como fenómeno social y mediático en general y la industria argentina en particular se encargaron de crear personajes de la más variada índole. Como en todas las situaciones de la vida, hubo y hay buenos, malos y patéticos. Los buenos fueron y son y serán aquellos que dejaron una marca por la televisión; ya sea por su innovación, por su producción o, tan sólo, por hacer sentir cómodo al televidente (más allá de una humorada, las buenas actuaciones en series y en programas de interés general generan un buen sentimiento en el público). Los malos fueron, son y serán aquellos que por falta de talento, de recursos o de oportunidades no logran llegar al público ni permanecer en el tiempo televisivo que, como se sabe, es muy corto.
El tercer grupo que se menciona con anterioridad es de los patéticos. Personajes netamente creados para subsistir en el ambiente televisivo que no hacen otra cosa por, precisamente, mantenerse en el aire. Algunos los llamaron mediáticos, por su habitual, por no decir diaria, aparición en los canales de aire. Así tenemos el caso de programas que se dedican exclusivamente a generar escándalos entre estas pseudo estrellas del espectáculo. Familias enteras defilaron frente a las cámaras: están los Süller, los Aguirre, los Calabró, entre tantos otros.
En la actualidad el que se roba todas las miradas (?) es Ricardo Fort. Heredero de una de las fábricas de chocolates más importantes del mundo, esta persona irrumpió en los medios a partir de su propia iniciativa. Según sus propias anécdotas (que no se cansa de repetir) un día, imitando a algunas celebridades norteamericanas, decidió filmar su vida y sus viajes por el mundo y subirlas a Internet. Rápidamente, los medios argentinos se hicieron eco de la concurrencia que tuvieron estos videos y lo llevaron a la pantalla chica.
A partir de ese momento, especialmente en el Canal 2 América, se encargaron de convertirlo en un divo de la televisión más. Hecho que, sin lugar a dudas, le dio méritos para ser convocados al show de Marcelo y así generar altos picos de audiencia. Ya era tarde. Nació un Frankenstein incontrolable que, a fines del 2009, daba sus primeros pasos en la TV argentina.
La excentricidad de este personaje pasa solamente por su fortuna, paradojicamente fue el nombre seleccionado para su obra de teatro. Sí. Un tipo cuasi desconocido se instaló en la agenda y hasta lidera una revista. Retomando, lo único que demuestra ante las cámaras es su dinero. "Me gasté 10 mil dólares en el boliche"; "en Miami tengo un Roll Royce" y otras tantas vanalidades por el estilo son la única arma que posee este señor para conquistar al público. Hay que tener en cuenta que al lobby lo hicieron. Y lo realizaron con viejos trucos. Peleas con mujeres; sexualidad; cantidad de dinero en comparación con otros millonarios; etc, etc.
Ante la pregunta ¿qué le aporta Ricardo Fort a la televisión argentina y, más especialmente, a sus seguidores y audiencia en general? La respuesta es nada. O, mejor dicho, les dice ya sea directamente o de manera subliminal que lo más importante es el dinero y el poder que él genera. Nada más. En un país tan resquebrajado en sus lazos sociales, donde la brecha entre los que más tienen y los que menos es cada vez mayor; la aparición de este tipo de personaje no ayuda a calmar los ánimos. Todo lo contrario, los empeora. Profundiza la crisis ya que la gente va querer ser como lo que ve en la TV; va a querer tener lo que tiene Fort. Y, lamentablemente, no lo va a poder hacer ni lograr.
Fort es la figura que vemos en un espejo roto, sucio o que, directamente, nos miente. No podemos pretender ser como él. No podemos seguir alabando a un hombre por su fortuna y no por su talento o enseñanza de vida. Fort es el Frankenstein de la actualidad. Todos los días lo demuestra acrecentando su precesencia en los programas televisivos. Un ser creado con fines dudosos que llegó, lamentablemente para nosotros, para quedarse.

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