Revista En Femenino
Se acabaron las clases así que aproveché para llevar a mi niño a la playa. Adrián siempre ha disfrutado de la naturaleza por lo que no me extrañó que pasara varios minutos sentado en la orilla del mar. Le di su espacio y me limité a observar y agradecer al de Arriba por todo lo que nos ha dado, empezando por la vida.
Ese día tuvimos una mañana agitada. Fue su último día en la escuela y estuvo compartiendo con sus compañeritos de kinder en una fiesta de despedida que organizó la maestra. Luego me acompañó a varios compromisos de mi trabajo. El chico se veía agotadísimo.
Decidí que era un buen momento para su dosis diaria de amor por la naturaleza así que tomé una ruta diferente para llegar a casa; nos fuimos por la costa. Tan pronto vio el mar empezó a gritar y me pidió que lo dejara meter los pies en el agua. Me detuve, le puse el traje de baño que usó en la fiesta de la mañana y listo. Coco salió corriendo y comenzó a chapotear tan pronto el mar acarició su piel.
El resto es historia.
Nota a misma: Los niños también necesitan su espacio, respirar su propio aire y momentos para meditar. Y a tu niño, ¿también le gusta el mar?¡Bonito viernes!Leze