Revista Cine
Cada día, a las 8 de la mañana, Auggie Wren (Harvey Keitel) hace una foto desde la esquina opuesta a su tienda, la Brooklyn Cigar Co. Las imágenes resultantes van formando una curiosa colección. Se inmortaliza cada día el mismo sitio pero en cada una de ellas el lugar aparece diferente: la luz del Sol refleja con matices distintos, pasan personas diversas por delante, hay pájaros que vuelan, la gente cambia, la moda cambia, la vida sorprende...
Es como la vida misma, aparentemente igual pero siempre diferente y sorprendente. El paso inexorable del tiempo y de su gente queda consignado en unas fotografías que cubren décadas. Una propuesta de este tipo solo podía venir de la aguda pluma de Paul Auster. El laureado novelista y brooklyner de adopción, creó con Smoke un guión que es la quintaesencia de su creación literaria. Centrándose en los personajes y en las emociones humanas, realiza una apología de la ficción, una muestra inequívoca del arte de narrar buenas historias.
Esto es lo que sucedía entorno al estanco Brooklyn Cigar Co. Este lugar se configuraba como el punto de reunión de una serie de personajes que buscan redención, comprensión, y calor humano. Ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlín de 1995, la película tuvo una secuela, Blue in the Face, que ya no resultó tan lograda en ninguno de sus parámetros aunque también contara con la co-dirección de Auster y Wayne Wang.
El estanco que se configura como el epicentro de la acción de la película, nunca existió en la realidad. Era una antigua oficina de correos situada en el 211 de Prospect Park West. Situada en la esquina Este con la calle 16, la oficina en desuso fue convertida en estanco para la filmación de la película. Varios negocios ocuparon el local en años posteriores hasta llegar al comercio actual, The Pie Shop. Se trata de un establecimiento donde venden todo tipo de pasteles de carne y parece que ha tenido aceptación entre el vecindario.