Revista Viajes

Fotografiar sin tener una cámara de fotos

Por Belilo @BeatrizLizana

Hace ya unos días que tenía necesidad de pasar un momento analógico, desconectada del mundo virtual, así que me he aventurado a salir a la calle sin móvil, ni cámara de fotos. Paradógicamente, mientras paseaba, mis ojos no dejaban de hacer instantáneas que nunca subiré a mi instagram. Encuadré escenas que no necesitaban revelado pero que guardé en mi memoria RAM, a riesgo de perderlas en algún reseteo nocturno mientras duermo.

Como herramientas sólo tenía papel y boli. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero mil palabras bien pueden sugerir cientos de imágenes. Aquí el resultado de esta peculiar fotografía de la plaza de Joanic:

Dibujando una no-fotografía

Cada vez que uno de los diez niños patea la pelota se levanta una densa nube del amarillento albero. Yo, sentada en un lateral y enfocando desde el banquillo. Activo el slow-motion y observo cómo el portero detiene el balón con el pecho, retrocede medio metro, recoge la pelota y levanta la cabeza para buscar con la mirada al que bautizo Mini Pelé, el pichichi de la plaza. A la derecha del cuadro, una pareja no tan joven juega al ping-pong sin lograr más de tres pases seguidos. Ella agarra la raqueta con mucha fuerza, tanta que puedo ver sus diminutos músculos enganchados a un hueso que destaca demasiado en su alargado brazo. A los pies de la chica de cristal, un pastor alemán negro es el único elemento inmóvil del cuadro.

Vuelvo a los niños, que imitan a la perfección los movimientos de sus ídolos. Juegan con la energía y la pasión de quien se está disputando un partido importante. Aunque no entiendo de fútbol callejero no me sorprende que un chute de Mini Pelé acabe con el balón en la copa de un árbol. El resto del dream team empieza a increparle al pobre chaval, pero entonces aparece ella. De unos trece años, mulata y muy alta, entra en escena la heroína de este grupo de pseudofutbolistas. Agarra un palo y, con más maña que fuerza, logra desenganchar el balón del árbol.

Click. Aquí está la foto. A la izquierda, el árbol y el balón, que sale disparado dibujando una parábola hacia la derecha de la imagen. En el tercio inferior izquierdo, Mini Pelé se echa las manos a la cabeza, tiene la cara desencajada de la emoción aunque sospecho que la causa no es el balón liberado sino quien lo libera, ella, tan segura en su puntería. Como fondo y con una profundidad de campo de 3.5x, un banco muy largo repleto de ancianos borrosos que atraviesa todo el parque. A la derecha de la imagen la mesa de ping-pong anclada al suelo, la chica de cristal que se contorsiona para coger le pelotita del suelo y su compañero que la observa con una mirada que me atraviesa la lente.

Velocidad de la exposición: 30 minutos al sol de media tarde.

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About the author

Beatriz Me llamo Beatriz Lizana y tengo un trastorno que me requiere vivir en constante movimiento. Tengo el gen de la curiosidad hiperdesarrollado, menos mal que he descubierto que jugando con las palabras y las imágenes logro cierta estabilidad. ¿La cura? El viaje como parte de la vida y este blog como excusa para canalizar esos ataques de curiosidad.


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