Revista Cultura y Ocio
Calle Embajadores, 53. Madrid. Pocos entrarían al edificio abandonado de La Tabacalera de Lavapiés si no hubiera un buen motivo. Un lugar tan frío y desangelado no incita a recorrer sus galerías, salvo para experimentar un buen pellizco en la conciencia. Y una morzada sobre los cuchicheos vagos, irreflexivos, automáticos, que tantas veces nos entretienen mientras visitamos muestras cuyos contenidos se centran en la mera estética o en la vanidad.
Esta exposición antológica que recorre 25 años de profesión de Gervasio Sánchez recoge escenas de lugares en guerra. Enviado por los medios periodísticos para los que ha trabajado, el fotógrafo se ha ido formando sobre el terreno y encontrado la línea más adecuada para tender un mensaje entre los protagonistas de lo acaecido y el lejano observador. Unos, víctimas inocentes en su mayoría, involuntarios objetos del horror. El otro, un ser al que algo se le revuelve por dentro, a pesar de su cómoda existencia.
Gervasio Sánchez aprovecha aquí para homenajear a sus amigos y compañeros fotógrafos, fallecidos en lugares en conflicto mientras ejercían su profesión. También desea denunciar con sus imágenes las injusticias de un mundo cada vez es más terrible. Centroamérica, Balcanes, Afganistán, Ruanda y muchas otras guerras de las que capta momentos sobrecogedores, crueles, gritos sordos, llantos secos, esperas yermas a lo largo de vidas precarias. Pero también hay esperanza, esfuerzos de superación, el hoy construido sobre los cascotes del ayer.
Fotografías para la reflexión y la toma de conciencia. Un toque de atención sobre qué estamos haciendo para que en el mundo la barbarie no acabe.