Pero lo cierto es que si se sabe mirar en algunos rincones de la ciudad (sobre todo en algunos muy escondidos y casi que hay que buscarlos con una lupa de detective) se pueden encontrar algunas muestras que, en el medio de una ciudad que se alza casi como perfecta, contrastan de una manera muy notoria y alcanzan una notoriedad mucho más importante.
Aquí va la muestra de un arduo trabajo de investigación y búsqueda por la ciudad:
A pocos metros de las ruinas de la zona fundacional de la ciudad se encuentra un paredón en el cual hay varias muestras de arte urbano, todos realizados por diferentes artistas que plasmaron su particular visión del mundo en relación al dominio, el colonialismo y la opresión a la que son sometidos algunos pueblos. En este caso, la tapa del disco Oktubre de Patricio Rey y los Redonditos de ricota (y emblema de la banda) inicia la serie de trípticos del muro.
Parafraseando la canción de Charly García, esta pintura propone la búsqueda de un símbolo de paz.
El avance del imperialismo norteamericano sobre los recursos naturales de la vasta América latina es el tema principal de esta intervención. Las cualidades del conductor dejan al descubierto algunas de las consecuencias que produce el capitalismo y la intervención política en la región.
Este mural representa la explotación indiscriminada y no regulada de la minería a cielo abierto. En sentido metafórico la mujer que ocupa el centro de la escena simboliza a la tierra explotada y el hombre que introduce el puño en su corazón a aquellos que llevan a cabo tal actividad.
Al otro lado de la ciudad y en un pequeño callejón que surge como un pequeño brote de la Avenida Colón, un grupo de gaffitteros intervino totalmente la cuadra, usando los frentes de las casas como murales. Aquí puede verse la copia de un retrato de un modelo internacional que, en la misma pose, publicita un perfume de una de las grandes marcas francesas.
Un clásico de la cultura graffittera son las caricaturas de personajes urbanos rodeados de insignias y escrituras en lenguaje encriptado.
El juego de sombras del árbol al atardecer y el bigote al estilo Belle Epoque hacen de esta Gioconda callejera una verdadera muestra de arte pop.
El pájaro gigante perdido entre las sombras y elementos imaginarios se asoma a la ventana como portando un mensaje para quienes habitan dentro.
Carita icónica de messenger tapó un aparente "Prohibido estacionar" o "Despacio Escuela".
Ojalá que en mi próximo viaje, me encuentre con esta misma pintada pero con la intervención de algún optimista que le haya agregado un par de signos de interrogación convirtiéndola en ¿NECESITAMOS PERMISO PARA SER FELICES?.
Quien sabe, a partir de ese día, Mendoza comience a inundarse de graffittis.