En nuestros días los trabajos de grandes infraestructuras no se conciben sin la intervención de máquinas y tecnologia pero veamos de qué reveladora manera se construyó el Metro de Madrid hace medio siglo.
Saco mi bono de metro de la cartera, atravieso el torno sin problemas y mientras camino, pensando en mis cosas hacia el andén, comienzo a cruzarme con una marea de gente que viene hacia a mí en dirección opuesta. Cualquier usuario de este transporte sabe lo que significa esa alarmante situación. Tu tren acaba de llegar y su salida es inminente... Aceleras el paso mientras esquivas esas minas disfrazadas de personas. Giras la última esquina y sí, tu tren acaba de reiniciar la macha. Lamento y un pequeño exabrupto , mirada furtiva al panel de información y a esperar. Otra vez a esperar.
Es entonces cuando, admirando la eterna galería que se extiende a mano izquierda y a mano derecha hasta fundirse en negro, trata de asimilar por un instante las descomunales cantidades de tierra rascadas de las entrañas de Madrid. Una ciudad bajo la ciudad, un trabajo complejo que percibo como casi un milagro. La pregunta es casi obvia " ¿Cómo narices se construyó todo esto?" Bueno, pues en el secreto de hoy despejaremos unas cuantas dudas.
Supongo que todos nos imaginamos la construcción de las líneas de Metro gracias a colosales tuneladoras, avanzando lenta pero firmemente bajo el suelo de Madrid. Ganando metros en una estratégica batalla de titanes. Vale, eso es ahora pero hace no tanto, cuando aquellas máquinas eran una quimera, el trabajo fue mucho más duro y sacrificado. Cientos de hombres laborando a destajo con sus manos y con poca más ayuda que la de algún disperso mulo.
En este magnífico documento gráfico del año 1962 vemos como se llevaron a cabo los trabajos de construcción en el tramo entre Ventas y Ciudad Lineal que se inauguraría dos años más tarde. Una reveladora fotografía de Manuel Urech ( que podéis encontrar en este libro) que nos exhibe las condiciones de cómo trabajaron cientos de operarios durante muchos años. Oscuras y terrosas "oficinas" que con mucho esfuerzo se convirtieron en las estaciones por las que hoy todos transitamos. Vías hoy recorridas por trenes de manera incansable y por cuyo trazado, tiempo antes, deambularon animales de dos y cuatro patas.
La próxima ocasión que estés esperando a que llegue tu tren dedica unos segundos a esta reflexión ¿Cuánto trabajo derrochado en cada estación, en cada galería? ¿Cómo se las apañaron para construir todo esto? Preguntas y más preguntas... Vale, pues aquí tienes una respuesta.
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