Las fotografías pueden impactar por dos motivos, al menos siempre lo he pensado así. Primero, porque visualmente, lo que muestra es de una belleza suprema y segunda, por la voz o el testimonio tan emotivo que ha logrado congelar. Hoy vamos con una imagen que no hay dudas pertenece al segundo grupo. Al de los momentos que te hacen un nudo en la garganta, de los que te invitan a reflexionar durante unos segundos.
Primero visualicemos la imagen, parece un día normal en plena Gran Vía madrileña. De hecho, las carteleras del Palacio de la Música no hacen sospechar nada raro. Sin embargo, un grupo de hasta 13 jóvenes parecen recoger con un voraz instinto algo del suelo. Algo tan diminuto que nuestros ojos del Siglo XXI son incapaces de percibir. ¿Qué hacen? ¿Qué es lo que tantos buscan con esa fijación?
Acotemos un poco más el momento en el que fue tomada la foto, para tratar de desvelar alguna de las incógnitas. Estamos en el año 1936, la Guerra Civil ya está en marcha y en Madrid se empieza a notar, o al menos se intuye, que el enfrentamiento será largo, que el hambre más pronto que tarde campará a sus anchas por la capital y que, toda medida para paliarla, por desesperada que parezca, quizás en un futuro no lo sea tanto.
Dicho esto, toca desvelar que lo que todos aquellos chavales recogen del suelo como su fuesen mismísimas pepitas de oro es algún tipo de grano que quizás un camión, con alguna fuga en un de los muchos sacos que transportaba, fue dejando a su paso. Un reguero casi invisible que dejaba a su existencia imágenes como ésta, fiel reflejo de la desesperación de un pueblo que no podía imaginar que lo peor, aún estaba por llegar.
¿Os imagináis que hoy, a la salida de una boda, después de los cientos de puñados de arroz que se lanzan a los novios, alguien se dedicase a recoger todos esos granos para cocinarlos después? Una situación que hoy pensaríamos casi de chiste pero que este duro documento gráfico nos demuestra que fue mucho más real de lo que podríamos pensar. Ante situaciones desesperadas, medidas desesperadas, o eso dicen y es que, cuando sale a relucir el instinto de supervivencia, todo es posible.