Seguimos hilando la historia de Madrid a través de sus entrañables fotografías antiguas. Estamos en esta ocasión ante otra de esas estampas en las que uno prefiere ser cauteloso y no hablar más de la cuenta. Casi es mejor no escribir mucho y dedicarse a observar un instante, sin duda alguna, mágico.
La fotografia de esta semana es obra del maestro Alfonso Sánchez Portela (1902-1990), junto a Catalá-Roca uno de los mejores fotógrafos que ha habido en Madrid. De hecho, en reconocimiento a su gran obra y labor, la ciudad le homenajeó con una discreta calle, una escalinata a los pies del viaducto de la Calle Bailén.
El fotograma que nos ocupa nos traslada de manera brusca y acelerada a aquel Madrid eminentemente rural, donde todo lo relacionado con el campo tenía una fuerte presencia y notoriedad en el día a día de los madrileños. En la foto de 1925 vemos a un joven mielero, con boina y alpargatas, vendiendo un poco de su exquisito y sano manjar. El comprador observa con detalle la pericia del mozo con la misma atención que nosotros, casi un siglo después, les contemplamos desde una extraña distancia. Una inocente transacción que Alfonso supo parar para siempre en el tiempo.
La presencia de los mieleros que acudían a la “gran ciudad” a vender su producto fue algo habitual hasta las décadas sesenta y setenta. Recorrían barrios y calles con su tinaja llena de miel, su saco y voceando su mercancía con insistencia, en busca de posibles clientes. Otro magnífico documento que nos recuerda que hace no tanto, ciudad y campo estuvieron más vinculados y unidos de lo que ahora puede parecer.
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Fotografías antiguas: El Broadway madrileño