Es uno de mis rincones predilectos de Madrid. Un lugar lleno de encanto del que hoy descubrimos otra cara un poco diferente a la que nos tiene acostumbrado. Cuando lo vemos parece que vive anclado en el tiempo, no obstante, fotos como ésta nos demuestran que hasta para ella, las manecillas del reloj, avanzan sin pudor.
La Plaza de la Villa es una parada obligatoria cuando nos aventuramos a desgranar el pasado de Madrid. Con tres fachadas de tres siglos y estilos diferentes, nos permite, de un simple vistazo contemplar casi trescientos años de historia. Un recinto amable y tranquilo que hoy conocemos tal y como era en 1931.
La principal diferencia de aquella antigua plaza y la actual está en el jardín que la adorna. Antes ocupaba una superficie mayor, “invadiendo” casi toda la explanada. Ahora se limita a la última parte de la misma, lo que relega a la escultura del almirante Don Álvaro de Bazán a un papel mucho más secundario.
Siempre es agradecido admirar este sitio, aunque sea a través de una fotografía. En este caso una imagen con más de ochenta años. La pregunta es ¿cómo os gustaba más? ¿Antes o ahora? A mí me enamora de ambas formas…
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Un paseo por la Calle del Príncipe